José Carlos tiene siete meses de vida auditiva. Poco a poco va dejando atrás el mundo del silencio que lo acompaña desde su nacimiento. Pronto comenzará a disfrutar plenamente de la música, de los sonidos de la naturaleza, de la voz de sus padres, de las palabras de afecto de sus amigos... Es como si hubiera vuelto a nacer.
«Cuando era recién nacido, un tratamiento con gentamicina le afectó el nervio auditivo. Se le hicieron todas las pruebas, pero sufría de una sordera bilateral irreversible», recuerda Yasimí Gorrín González, la mamá de José Carlos Cabré Gorrín.
«El golpe fue duro para el padre y para mí. Era nuestro primer hijo. Nunca nos faltó el apoyo del Estado —especialmente desde el punto de vista educativo— y nosotros lo ayudamos también cuanto pudimos. Jamás lo marginamos de ninguna actividad de la familia, y cuando llegó su hermanito fuimos muy cuidadosos con la relación entre ambos.
«De pequeñito estuvo en el círculo infantil para niños con dificultades educativas especiales de Alamar, y luego fue a una escuela especial en el Cerro, pero no se adaptaba; él quería estar junto con su hermano.
«Por eso, y con la ayuda de la logopeda Luisa América Toledo, que nos asesoró para que José Carlos aprendiera el lenguaje labio-facial —leer en los labios— pudo integrarse a la enseñanza general».
Entre la maestra María del Carmen, la logopeda Yaneris y José Carlos la relación es buena y fluida.
Cuando José Carlos Cabré Gorrín llegó a la escuela primaria Ormany Arenado, del municipio de Plaza de la Revolución, estaba en tercer grado. María del Carmen Estrada, con más de 30 años de experiencia en la profesión, lo acogió en su aula.
La maestra recuerda: «Fue un gran reto. En todos mis años de trabajo no había tenido un caso tan especial. Lo primero que hice fue hablar con el resto de los alumnos, explicarles todo muy bien, y decirles que de ellos también dependía el éxito de José Carlos.
«Aquel primer día lo recibieron con un “bom-bom-chía”. La relación fue muy fluida, porque él es un niño muy dulce y sociable. Enseguida se ganó el afecto de todos».
— ¿Cómo se desarrollaba la comunicación?
—Él conocía el lenguaje de señas. Me lo enseñó a mí y a todos los muchachos de su grupo, mientras él aprendía, con la ayuda de la logopeda Luisa América, el lenguaje labio-facial.
«Creé mis propias herramientas, y no me faltó ayuda. Los padres siempre fueron muy preocupados y colaboraron en todo. Así hemos llegado a sexto grado, pero ahora estamos empezando de nuevo».
Como volver a nacerA partir de la colocación del implante coclear, el aprendizaje depende en gran medida de las características individuales y de la edad en que se reciba.
Aunque la atención resulta compleja, en los más de 120 niños operados en nuestro país ya se observan resultados significativos en el aprendizaje.
«Me siento muy feliz. Es indudable que mejora la calidad de vida del niño y puede ayudarlo a una mejor integración a la sociedad», asegura Yasimí, la mamá de José Carlos.
«Han pasado solo siete meses desde su operación, y ya se nota mejoría en su voz y responde por su nombre. Ahora está en la etapa de identificación de los sonidos, y lo ha recibido bien; el cambio es bueno».
El costo de un implante coclear es de unos 60 000 dólares, teniendo en cuenta que solo el dispositivo que se le coloca al niño cuesta alrededor de 15 000, a lo que se suma el precio de la compleja operación y la rehabilitación.
Yasimí no tuvo que pagar ni un centavo. El Estado —como ocurre con todos los tratamientos de salud pública y educación de cada cubano— corre con todos los gastos, una realidad que, por cotidiana, no deja de ser extraordinaria.
Atención bien pensadaLa Ciudad de La Habana tiene 23 niños con implante coclear, por ello se creó un grupo de orientación y seguimiento psicopedagógico para evaluar su desenvolvimiento y atender las escuelas donde están ubicados.
Este grupo también realiza la actualización y seguimiento del diagnóstico integral, potencia la labor metodológica, así como la capacitación del personal docente.
En la escuela Ormany Arenado se ha sumado para el buen aprendizaje de José Carlos la joven logopeda Yaneris Hernández Afá, recién graduada en esa especialidad, quien ha asumido con gran entusiasmo esta especial labor.
«Ya él está en condiciones de hablar y responder. Tenemos una buena relación, lo cual ayuda mucho en el tratamiento. Y por supuesto trabajamos con entusiasmo y optimismo. Cada día se nota su avance».
El profesor general integral Yandris Durán Danger es habitual en el aula de José Carlos.
El profesor general integral Yandris Durán Danger es habitual en el aula de José Carlos. Él será su maestro el próximo curso escolar, en séptimo grado.
«Como esta escuela es unificada —es decir tiene primaria y secundaria—, Yandris visita mis clases; así se va preparando para el próximo curso, conociendo al grupo y sobre todo a José Carlos», refiere la maestra María del Carmen.
Yandris está en quinto año de la Licenciatura, y tiene ya una experiencia de cuatro años de trabajo. «Observo la clase, me relaciono con él. Para el próximo año se tratará de mantener más o menos el mismo grupo, para que el cambio no sea brusco.
«La experiencia es un reto, pero muy linda y alentadora. Yo sé que entre todos José Carlos va a salir adelante».
Para esta reportera no fue fácil la comunicación con José Carlos, aunque desde la llegada del equipo de JR no escatimó sonrisas.
«Hay que taparse la boca para hablarle, porque así ejercita el oído —me dice su mamá—, porque si no «hace trampa» y te lee los labios». Entonces me tapo la cara con la agenda y lo llamo por su nombre... y me responde. La prueba le arranca una gran sonrisa.
Entre gestos y palabras me dice que le gusta la pelota, batear y jugar tercera base. También le apasionan los libros y las matemáticas. Sin embargo estoy segura de que, a partir de ahora, descubrirá el gusto por otras muchas cosas.