Foto: Leonardo Mastrapa Las Tunas.— El parque Maceo es uno de los espacios más acogedores de esta capital provincial. Se trata de una zona de trasiego cotidiano y de un sitio de singular carisma. El terreno donde se asienta era un solar yermo en el siglo XIX. Por allí levantaron su cuartel general las tropas norteamericanas que ocuparon la villa en ruinas en el año 1898, luego del incendio mambí de fines de agosto de 1897.
Culminaba la decimonovena centuria cuando se construyeron por sus alrededores los primeros inmuebles. Al lugar se le comenzó a llamar Plaza Cristina, en honor a una reina española de igual nombre. La zona se pobló con gran rapidez, y pronto exhibió intensa actividad comercial con las ventas al detalle, los negocios particulares y el alquiler de terrenos para que los circos levantaran sus carpas.
Su céntrica posición favoreció mucho todo aquel florecimiento económico de la Plaza Cristina. De ahí que buena parte de las fuerzas vivas de la época se asentaran en sus inmediaciones con sus oficinas, negocios y campañas de publicidad. En el parque sobreviven todavía las inscripciones en los bancos, casi todas por cortesía de algunas de las más prósperas firmas comerciales de la época.
Existen referencias de que el primer partido de béisbol celebrado en la otrora Victoria de Las Tunas se efectuó por el perímetro que hoy ocupa este parque tan querido por sus pobladores. El hecho deportivo data del año 1901 y, según los investigadores, los rivales fueron un equipo del ejército de ocupación de Estados Unidos acantonado aquí y una novena formada por vecinos de la ciudad.
No se ha podido establecer con exactitud quién fue el ganador de aquel partido fundacional entre norteamericanos y tuneros. Pero sí se sabe que el terreno de juego estaba situado más o menos en el área que ocupan hoy el propio parque y el taller Victoria de Girón, anteriormente llamado garaje Gascón.
A finales de la primera década del siglo pasado, la Plaza Cristina tomó el nombre de Parque Maceo. El 28 de agosto de 1947 fue develado el busto del Titán de Bronce, por iniciativa del doctor Alfredo Guillén Morales, alférez del Ejército Libertador. Una fotografía de la época recogió para la posteridad aquel instante memorable. En la imagen aparecen retratados todos los veteranos tuneros de las guerras independentistas que en ese momento estaban vivos.
Con el paso de los almanaques, el parque Maceo se fue convirtiendo en un sitio de extraordinaria raigambre popular. Los estudiantes de las escuelas cercanas contribuyeron a fomentar su simpatía mediante la celebración en su entorno del llamado Día del Árbol. En ese contexto especial solían plantar en sus proximidades una postura de laurel. Algunos ejemplares aún sobreviven.
Al calor del programa especial de apoyo a la provincia, el parque Maceo ofrece por estos días un panorama diferente, rejuvenecido y, sobre todo, atractivo. Omar Verdecia, director provincial de Servicios Comunales, brinda detalles a Juventud Rebelde: «El parque se favoreció con este programa. Ahora dispone de 42 luminarias nuevas que lo insertan de maravilla en la vida nocturna de la ciudad. Los contenes y el piso, que necesitaban restauración, la recibieron. Las áreas verdes fueron repobladas y, en algunos casos, se sustituyeron por variedades a tono con la posibilidad actual de un sistema de riego. La dotación de bancos se incrementó en cinco unidades, y el resto recibió mantenimiento con cloro, al igual que los conjuntos escultóricos. Hacía muchos años que el parque no tenía la atracción de hoy. Los tuneros se la merecían».