Foto: Calixto N. Llanes Un gato con dos caras, una jicotea con dos cabezas, un gallo con cuatro patas y dos cloacas... De todo hay en este mundo donde la naturaleza se empeña en sorprendernos cada día con sus «rarezas».
Pero en esta ocasión la curiosidad alcanzó al mundo vegetal. Se trata de un mamey, en apariencia común, pero que en su interior tenía nada más y nada menos que ¡cuatro semillas! Toda una novedad, que llevó a la persona que lo había adquirido, la ama de casa Maritza Fernández, a traerlo hasta la redacción de nuestro diario.
«Lo compré en la última feria agropecuaria, en Centro Habana —dijo—. Eran cuatro mameyes, y ninguno era normal. Este tenía cuatro semillas, y los otros, dos cada uno. Lamentablemente no me fijé de dónde era el camión que los estaba vendiendo, así que no sé en qué lugar se dan estas frutas tan raras».
Consultado acerca del tema, el doctor Adolfo Rodríguez Nodals, director del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical, reveló a JR que este caso, aunque no es común, se ha dado en otras ocasiones.
«El mamey colorado puede traer desde una a cinco semillas, aunque lo normal es que tenga, cuando más, dos. Estas últimas son las variedades que se deben sembrar. Las otras no. Esa cantidad tan alta de semillas es lo que nosotros llamamos un defecto desde el punto de vista agronómico, porque va en detrimento de la pulpa y por tanto de la calidad de la fruta.
«No obstante, el mamey o zapote —como se le llama en las provincias orientales— no debe propagarse mediante la siembra de semillas, porque la mata demora de diez a 15 años en echar frutos. Deben cogerse las mejores plantas e injertarlas, de esa forma “paren” a los cinco años.
«El mamey —añadió— es una de las pocas frutas ricas en triptófano, un aminoácido esencial (el cuerpo humano no puede generarlo, solo se obtiene mediante la alimentación), y es muy escaso en el reino vegetal».