Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Apuesta Cuba por aprovechamiento de las radiaciones solares

Se beneficiarán con la electrificación comunidades intrincadas y de difícil conexión con el Sistema Electroenergético Nacional

Autor:

Lisván Lescaille Durand

 Los paneles solares llevan la electricidad a sitios intrincados de la geografía nacional donde no es posible la conexión al Sistema Electroenergético Nacional. Foto: Cortesía de CATEDES. IMÍAS, Guantánamo.— ¡La corriente eléctrica llegó a El Cerezo! Un nativo con 80 años de vida en aquel sitio lo dijo algo incrédulo: «Creí que moriría sin verla aquí en mi casa», exclamó el anciano ante especialistas del Centro de Aplicaciones de Tecnologías para el Desarrollo Sostenible (CATEDES), en esta oriental provincia.

El camino hasta El Cerezo, un asentamiento de 19 viviendas dispersas en el lomerío imiense, se antoja algo difuso entre la árida maleza y los restos de un río, duramente golpeado por el efecto de las bajas precipitaciones.

Allí no había más «bulla» que el alegre jugueteo de las aves o el ruido, muy esporádico, de algún vehículo. Pero desde hace unos días el ajetreo de hombres, equipos y tecnología moderna, rompió la parsimonia de este paraje de la franja costera sur guantanamera, conocida también como el semidesierto cubano.

En cada uno de los inmuebles, algunos distantes hasta seis kilómetros entre sí, los técnicos instalaron módulos fotovoltaicos o colectores solares fotovoltaicos (llamados también paneles solares, aunque esta denominación abarca otros dispositivos) que están formados por un conjunto de celdas fotovoltaicas capaces de producir electricidad a partir de la luz solar.

Con ese paso quedaron confinados en el baúl de los recuerdos el candil, la chismosa o el farol de luz brillante para alumbrarse durante las noches; pero mejor que eso, llegaron la televisión, la radio y la iluminación con lámparas eléctricas, inventos de la modernidad que, hasta la fecha, les estaban vedados a las personas de El Cerezo, por lo económicamente inviable que resulta la posibilidad de conectar sus viviendas al Sistema Electroenergético Nacional (SEN).

El módulo, según los especialistas de CATEDES, dispone de dos o tres paneles solares, colocados en dependencia de la potencia de estos, con una autonomía de 72 horas sin la luz del sol, y capaces de abastecer cinco puntos de iluminación en las casas, entre estos un televisor, una radiograbadora y lámparas eléctricas.

Se trata, según el ingeniero José Antonio Sotolongo Pérez, director de CATEDES en Guantánamo, de la materialización de un proyecto del Gobierno cubano para el aprovechamiento de esta fuente renovable de energía en beneficio de los residentes en zonas muy alejadas e intrincadas de difícil conexión con el SEN.

«En Cuba son alrededor de cien mil las viviendas identificadas como no electrificables por el SEN, cuya inversión, por esa vía, no sería factible económicamente para el país debido a los cuantiosos recursos que demanda, y las sabidas restricciones que nos impone el bloqueo«, explica Sotolongo.

 Alcides Leyva, campesino de El Oro, en el municipio de Santa Cruz del Sur. Foto: Jorge L. Merencio «En el caso de nuestra provincia —abunda—, de las 19 400 viviendas sin servicio eléctrico a causa de su ubicación, ya se han electrificado con paneles, 243; suman 548 los paneles fotovoltaicos, 216 los televisores e igual cifra las radiograbadoras, además de las luminarias de cada casa.

Explica el director de CATEDES en Guantánamo que la diferencia en el número de televisores y radiograbadoras, en relación con los inmuebles beneficiados, se debe a que el proyecto en la comunidad El Guiral fue patrocinado por el programa de pequeñas donaciones de la Organización de Naciones Unidas y no concibe el uso del televisor y radiograbadora.

Según sus palabras, el organismo internacional atribuye «un efecto nocivo a los contenidos de esos medios audiovisuales en el mundo; aspecto que no concuerda con los fines de la televisión y la radio cubanas, esencialmente educativas, instructivas y con el afán de elevar la cultura general e integral de la población».

Sotolongo adelantó a JR que próximamente el consejo popular de Bernardo de Yateras, distante a más de 40 kilómetros de la ciudad del río Guaso, quedará electrificado totalmente, apelando a diferentes formas de generar corriente eléctrica.

NO HAY CUPO PARA LA REINA

Alcides Leyva Domínguez vive en la comunidad de El Oro, pero su casa está bien lejos de esa población, dotada de paneles solares desde mediados de 2004. Para él y su hija, quien vive muy cerca, el sol es una bendición que, panel mediante, les hace la vida más grata.

«Ya nadie se acuesta a las ocho de la noche en esta casa. Eso me ayuda, pues si a las 12 de la noche grita una chiva, o un buey escapado ataca algún animal mío en el corral, ahí estoy despierto y listo para socorrerlos. Vemos películas, el noticiero, las novelas... Y ya nadie me puede decir que Fidel habló y dijo tal cosa, pues yo mismo lo veo o lo escucho», reflexiona este hombre, cabeza de una familia de dos hijos y su esposa; socio, además, de la Cooperativa de Crédito y Servicio Armando Borrero, de San Antonio del Sur.

Como al resto de los pobladores de El Oro, a Alcides le vendieron una olla de tres válvulas, de las que integran el módulo para cocinar, de aquellas que no se colocan a la corriente eléctrica. El ha escuchado el clamor de algunos compatriotas para que se busque alguna solución, en la medida de los recursos, para tener también las otras ollas: la «reina», la arrocera, y también la cocina, el refrigerador...

«Claro, compay, a quién no le gusta lo bueno. Si eso llegara, bienvenido sea. No es lo mismo cocinar con leña que con corriente. La gente claro que quiere lo otro, alguno se pregunta por qué no la ponen si pasa cerca, pero no sabe lo que le cuesta al Estado, yo sí lo sé, trabajé muchos años en un central.

«Entonces, le digo a la gente que hasta hace poco no teníamos nada, y ahora vea usted qué salto, justo cuando la mayoría de los cubanos estaban con los apagones a todas horas, nosotros disfrutábamos de estas cosas. Ahora hay que esperar, porque traer hasta aquí la 33 000 (línea eléctrica) es caro».

Así razona este campesino, que afirma haber trabajado en Ciego de Ávila en el CAI Venezuela; de ahí su experiencia —y conciencia— sobre el tema energético. Destacado en la producción de carne de ovino y caprino, así como de viandas y hortalizas para el autoabastecimiento en su cooperativa, Leyva Jiménez ve el lado positivo y tiene fe en que llegará el día en que pueda disponer de esos equipos.

Por su parte, el ingeniero Sotolongo afirma que esos paneles solares no están diseñados para la demanda de tales equipos electrodomésticos, aunque asegura que desde el punto de vista técnico, es posible transformarla en energía térmica, utilizable para las cocinas y demás efectos.

«Sería económicamente impensable, pues triplicaría los costos de dicha tecnología. A mi juicio las soluciones están a nivel local, con el apoyo de otras fuentes renovables de energía: por ejemplo, el empleo de biogás; donde existan buenos caudales en los ríos, valerse de las posibilidades de las minihidroeléctricas...

Además de las poblaciones del lomerío que disfrutan de las bondades del sol, como El Oro, Vega del Toro y El Guiral, alrededor de mil instituciones disponen de paneles solares, entre estas: 79 consultorios del médico de la familia, más de 400 escuelas, 163 salas de televisión y 20 círculos sociales.

«La energía fotovoltaica, después del suministro del SEN, es la más factible técnica, y económicamente la solución parcial a las necesidades energéticas de las comunidades rurales.

«De hecho, es realmente alentador ver hasta dónde hemos llegado en cuanto a incremento en la calidad de vida de las personas, algunas de las cuales nunca tuvieron corriente eléctrica, o de muy mala calidad, suministrada por pequeños grupos electrógenos o plantas, por espacio de cuatro horas, y con muy bajo voltaje. A mi juicio esta es la vía más cercana a la solución definitiva», aseguró Sotolongo.

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