Querido Gigante:
¿Cómo olvidar aquella tarde en un Festival como este, cuando usted llegó con un Juventud Rebelde en la mano, sin que aparentemente nadie lo esperara —porque siempre lo esperamos—, ocupó asiento de colega y comentó que supo por el periódico de la reunión y decidió incorporarse como buen afiliado?
Así de sencillos han sido y serán nuestros encuentros, fluyen de manera natural como las ideas que portan.
El periodismo sigue siendo el acta notarial del tiempo que se vive, el borrador de la historia en apuntes tomados al vuelo. Una Revolución no necesita tratamiento apologético, la ofende el lenguaje rimbombante. Estar a la altura de lo que se narra es la batalla principal del narrador, y ahí andamos buscando calidad, cuidando las palabras como se cuidan las balas que han de entrar en combate. El debate de estos días ha sido martiano: «franco, fiero, fiel, sin saña».
Los sepultureros imperiales pretenden enterrar nuestros ideales, mientras nosotros, campantes, sacudimos la tierra y la transformamos en nuevo escalón hacia la altura. Andan contando nuestros días, pero la Revolución tiene garantizado su más allá en la tradicional rebeldía y el talento del cubano, de la cual es usted inspirador constante.
Recupérese. Le queremos Fidel, le queremos.
Lo abrazamos con fervor revolucionario,
Los periodistas cubanos
Patria y Vida
Venceremos