Foto: Juan Moreno Compañero Raúl
Fidel que estás allí y estás aquí
Compatriotas
Queridos amigos
En nombre del compañero Fidel queremos agradecerles a todos su presencia, y la solidaridad que siempre han brindado a nuestro pueblo y a nuestra Revolución, a pesar de las enormes presiones del imperio.
Ustedes nos comprometen a continuar la obra de la Revolución, a defender y profundizar el socialismo, y a mantener la lucha por toda la justicia.
Este excepcional encuentro lo debemos a la iniciativa de la Fundación Guayasamín, a la extraordinaria familia depositaria del abrazo entrañable que Oswaldo hubiera dado a Fidel en este cumpleaños. La Fundación nos reunió para protagonizar el merecido homenaje, gesto que apreciamos hoy en toda su dimensión y nobleza.
Te agradecemos, Evo, que inmerso en la más colosal batalla que se haya librado jamás en Bolivia contra la opresión y por la dignidad, hayas podido venir. Sentimos que contigo están aquí los mineros bolivianos, luchadores y aguerridos, solidarios siempre con la Revolución Cubana; sentimos que contigo están aquí los indios de la América Nuestra, admirables defensores de sus culturas y sus derechos.
Te agradecemos, Daniel, que estés hoy con nosotros para celebrar este cumpleaños de todos. Sabemos de tu entrañable relación con Cuba, de tu afecto invariable por Fidel. Nunca renunciaste a su amistad y proclamaste siempre esa especial relación que los une desde los días gloriosos de la Revolución Sandinista. Contigo sentimos aquí al hermano pueblo de Sandino, que derrotó la tiranía y que por sembrar salud, educación, justicia, desató todo el odio y la perfidia del imperio.
Te agradecemos, Preval que estés aquí representando al sufrido pueblo haitiano donde laboran hoy cientos de médicos cubanos, y más, mucho más quisiéramos hacer y haremos no por lucro y ni siquiera por reconocimiento alguno, sino por el sagrado deber de la solidaridad.
Te agradecemos, Gonsálves, que en nombre de tu pueblo y los pueblos del Caribe, unidos a Cuba por un mismo mar, estés aquí, para celebrar el cumpleaños de un caribeño que ha vivido siempre orgulloso de serlo.
Quiero agradecerles a todos los que físicamente nos han acompañado en estos días; nos alienta que hayan venido a celebrar junto a once millones de cubanos el cumpleaños de Fidel.
Hemos escuchado la palabra o el canto comprometido, desde lo profundo de la amazónica selva sudamericana, desde los pueblos irredentos del África, donde nuestra sangre ha sido derramada, desde Asia y Europa y desde la propia Norteamérica en la que crece la oposición a la irracional política de su gobierno contra Cuba y el rechazo a las genocidas aventuras imperiales.
En cada mensaje ha estado el gesto solidario, la valoración profunda, el acercamiento cariñoso, a Fidel, la expresión de los mejores deseos para su recuperación y la confianza en la fortaleza de la obra construida en estos 48 años revolucionarios.
Me dirijo también, en nombre de nuestro Gobierno y de nuestro pueblo, a todos los hombres y mujeres del mundo, que en estos meses han estado pendientes de la salud de Fidel, deseando su recuperación, a todos los amigos de Fidel, a los que lo conocen, y a los que no, a los que lo han escuchado o leído, a los que saben de él, de su grandeza moral, a los que han sabido apartar mentiras y calumnias, a los que han podido verlo tal como es por entre la bruma vertida sobre la Revolución Cubana.
Me dirijo a los pueblos, a los hombres y mujeres humildes de este mundo, a los sencillos, a los limpios, que son los que están y estarán siempre con Cuba, con la Revolución y con Fidel.
Y me dirijo para decirles: Fidel vivirá, la Revolución Cubana no les fallará.
Las inolvidables y emocionantes jornadas que hoy concluimos han sido momentos de reflexión y compromiso, de inmensa alegría y esperanza. A los cubanos nos llega hondo el reconocimiento que ustedes han realizado al Comandante en Jefe y a nuestra Patria. No lo olvidaremos.
Obligado será por su contenido y belleza que se publique y pueda conocerse todo lo expuesto aquí por ustedes.
Nos une la lucha por un futuro de paz y justicia para toda la humanidad. Las jornadas de estos días no han sido para elaborar planes de guerras preventivas ni organizar invasiones militares, no nos hemos pronunciado por nuevas y más destructivas armas, no hemos refrendado la tortura ni las prisiones ilegales.
No discutimos sobre cómo aumentar la riqueza de pocos sobre las espaldas y la pobreza de muchos.
Las palabras que aquí se han pronunciado no han sido de odio ni de intolerancia.
Por el contrario, hemos escuchado testimonios de solidaridad humana, de entrega y sacrificio en la lucha contra la opresión, las enfermedades, y la ignorancia.
Se ha defendido la necesidad de la información, las posibilidades ilimitadas de la educación cuando se convierte realmente en un derecho de todos, se ha sostenido que sin cultura no hay libertad posible.
Se ha argumentado la urgente necesidad de ahorrar y usar de forma más racional y eficiente los recursos energéticos.
Se ha respetado la diversidad ideológica, política y religiosa de los asistentes, y fomentado la amistad, la comprensión y la solidaridad que son las más eficaces armas ante los urgentes problemas de nuestro mundo.
Esas justas y nobles ideas representan el pensamiento de Fidel, convertido en realidades en nuestra Patria y en ambiciosos planes en muchas naciones hermanas.
Los cubanos de hoy no alcanzamos a comprender que en Cuba antes y en muchas partes del mundo aún ahora, se pueda ser ciego por una enfermedad curable, se pueda necesitar una operación del corazón o incluso un tratamiento médico mucho más simple, o lo que es aun más grave, lo pueda necesitar una madre o un hijo y que resulte imposible porque el dinero no es suficiente.
Los cubanos de hoy no alcanzamos a comprender que en Cuba antes y en muchas partes del mundo, aún ahora, alguien pueda vivir y hasta morir sin haber leído un libro, una página, una palabra, alguien desee estudiar, superarse, hacerse técnico o profesional y no pueda hacerlo porque las puertas de las aulas se abren para unos y se cierran para otros.
Los cubanos de hoy no alcanzamos a comprender que en Cuba antes y en muchas partes del mundo, aún ahora, pueda existir un niño olvidado en las calles y que la sociedad que lo rodea no sea suficientemente humana y sensible para asistirlo; pueda existir un anciano, un discapacitado, que abandonado a su suerte no reciba el trato diferenciado y justo que merece.
Y no alcanzamos a comprender nada de eso y mucho más porque un 13 de agosto, hace 80 años, nació Fidel, naciste tú, Fidel, y has dedicado más de 60 años de tu vida a las luchas revolucionarias. No alcanzamos a comprender nada de eso y mucho más porque el pueblo cubano ha tenido el privilegio de contar con tu voluntad, tu coraje, tu sed insaciable de justicia, tu talento, tu honradez, tu paciencia, tu impaciencia, tu suerte, que han dibujado con el decursar de los años esa existencia irrepetible que es tu vida.
Un amigo me dijo una vez, hace mucho tiempo, Fidel no es solo un hombre, Fidel es una fuerza de la naturaleza. Me pareció entonces una broma. Hoy puedo decir que no exageraba.
El Moncada, el Granma, la Sierra, Girón, la Crisis de Octubre, la resistencia frente al imperio, las misiones internacionalistas, el período especial, son pruebas más que suficientes de la fuerza de un pueblo y su líder cuando se identifican, se unen, se funden, cuando un pueblo es Fidel y Fidel es el pueblo.
Compañeras y compañeros:
La Revolución Cubana vivió los momentos más difíciles de su historia en la pasada década cuando la escasez de electricidad, alimentos, y medicamentos llevó nuestras vidas a niveles de subsistencia. Lo que faltó, nos faltó a todos, por esa razón, entre otras muchas, pudimos resistir. Estamos lejos de haber superado completamente esas carencias, conocemos bien la austera vida de nuestros compatriotas, los obstáculos inevitables y evitables que cada día hay que vencer, pero avanzamos pese a bloqueos y amenazas y podemos afirmar que vivimos hoy el momento más prometedor y esperanzador de nuestra historia. Fidel lo ha forjado junto a nuestro pueblo, no es una casualidad ni un milagro, es el fruto del estoicismo de los cubanos, de lo que no faltó ni en el momento más crítico: la fe en la Revolución y la confianza en Fidel.
Siento, que el socialismo en Cuba es irreversible no por definición, sino porque con nuestro esfuerzo de ayer y de hoy lo hacemos irreversible; porque luchamos por una sociedad justa y humana como solo pudo ser soñada, antes que Fidel se empeñara en hacerla realidad.
Porque cuando no esté Fidel estará su obra, estarán sus ideas, estará su ejemplo, y nosotros sabemos que ese compromiso es el mejor regalo de cumpleaños que podemos hacerle hoy todos los que lo admiramos y queremos.
En Cuba no habrá sucesión, habrá continuidad. No sería posible otro Fidel. Nadie lo imitará, muchos lo seguiremos. No habrá división entre los revolucionarios cubanos. Ya la hubo en nuestras luchas por la independencia y aprendimos la lección. No habrá ambiciones, egoísmos, vanidades, no lo permitiremos, tenemos un Partido.
Pero no hablo de hoy, hablo del futuro. Fidel se recupera, lo tendremos entre nosotros. Seguirá conduciéndonos, le pediremos que lo haga por unos cuantos años más.
He sido testigo junto a Raúl, y otros compañeros de la serenidad infinita de Fidel frente a la adversidad. Jamás, aún en los momentos de mayor peligro se ha quebrado su voz, jamás una frase de temor, jamás un desaliento; ni un solo minuto deja de pensar en su pueblo, en su Revolución, con esa fe excepcional que le ha acompañado toda su vida. Mientras colabora activa y disciplinadamente con su recuperación, se mantiene atento a todo, pregunta, se informa, ayuda, aprueba. En estos meses duros para nuestro pueblo y para tantos amigos en el mundo, Fidel nos ha seguido entregando su ejemplo.
Como el Granma surcando los mares, así transita Fidel por la historia, impetuoso, indetenible, victorioso.
Viva Fidel
Patria o Muerte
Venceremos