Yankiel y su hermana Tania. Foto: Rafael Martínez BAYAMO.— Estaba tan nervioso que las venas le bailaban ante cada intento de palabra. Era su primer «enfrentamiento» con los vecinos que lo habían visto nacer en una calle desnuda de asfalto, en el reparto Pedro Pompa; y ese cara a cara parecía una bomba para aquel mozo de solo 18 abriles.
«Oiga, cuando yo di esa reunión en mi estreno como presidente de CDR pensé que me moría del susto. Creí que la gente iba a decir: A este “fiñe” de cuatro años no le hago caso».
Así se le congregan los recuerdos hoy, justamente un lustro después, a Yankiel Hernández Zamora, un singular adalid comunitario que en este tiempo ha vivido episodios disímiles: desde que lo rechazaran en el banco de sangre para una donación «por bajo peso» hasta recibir hace unos días la bandera 28 de Septiembre de manos de José Ramón Machado Ventura, miembro del Buró Político.
Desde «regañar» con su lozanía a una persona «mayor» por incumplir con una tarea encomendada, hasta aterrorizar a sus colindantes un día de septiembre, en el que sin escaleras trepó varios postes para adornar la cuadra.
Ahora, a sus 23, después de haber transitado por varios cargos cederistas, probablemente sea, desde hace 18 meses, el coordinador de zona más joven de Cuba. A él se subordinan diez Comités de Defensa de la Revolución y 732 miembros de esa organización, cifras que son «como para volverse loco».
Pero tal hecho, ya notorio, no resulta el único con peso en la historia de este ocurrente muchacho, actualmente en cuarto año de Comunicación Social, carrera que obtuvo como fruto del Curso de Superación Integral.
El área bajo su liderazgo (la zona 223 del Consejo Popular Camilo Cienfuegos) posee la condición de Vanguardia Nacional desde el año 2000 y es dueña de algunos proyectos comunitarios, como el de Pasaje al Arte, el cual constituye referencia para otros barrios bayameses.
Por si fuera poco, su hermana, Tania Hernández Zamora, una risueña profesora de Educación Física, de 25 años, ocupa el cargo de Ideológica de la zona; de modo que es subalterna directa de él y su mano derecha en todos los asuntos relacionados con los Comités.
«A mí me lleva más recio que a nadie... tremendo. Me exige, me amonesta, aunque tenga que hacerlo delante de otros», reconoce ella mientras lo mira orgullosa de reojo.
«Una vez me encargó organizar un acto solemne y llevé a un grupo musical, pero después de la primera canción la gente empezó a pedir otra y otra, y se armó el guaguancó, la fiesta. Me quería matar, lo que me dijo fue mucho», añade conteniendo la carcajada.
Esas anécdotas se asemejan, por su jocosidad, a las de los primeros días de Yankiel como presidente: «Yo estaba estudiando para hacerme técnico de nivel medio en Electrónica y en la escuela ni uno solo de mis compañeros lo podía creer. “¿Estás loco? ¿Tú, presidente? ¿Y te hacen caso, te siguen así tan flaquito y tan joven?”, me preguntaban. Yo contestaba: “Bueno, eso creo”.
«Menos mal que el trabajo ha salido bien, tengo un ejecutivo que me apoya y muchísimos cederistas destacados: Evidio, Abelino, Melchor, Delmis, Leonardo, Hilario, Mercedes, Enoelvis, Idaelia, Marcos...».
Mientras dialogamos, alguien llega a la casa espaciosa, pero modesta, a pedir «cositas para adornar». Un conocido felicita a Yankiel «por la bandera que se ganó la zona», otro le da una queja sobre unas vigas «tiradas en medio del camino», un cuarto averigua por los panes «para la actividad».
Yankiel, con aparente sangre fría, hace pausas en la conversación y despacha a cada uno como un catedrático.
—¿Siempre eres así?
—No atiendo jamás en la calle. Invito a pasar y explico o ayudo hasta donde sé, intento que la gente se vaya al menos con una información.
—¿No te han dicho que estás demasiado verde para ese cargo, que generalmente ostentan personas bien adultas?
—Algunos me plantean que estoy despilfarrando mi juventud en esto. Y a mi hermana también. Nosotros creemos todo lo contrario. Ese es uno de nuestros problemas en los CDR: pensar que los jóvenes no pueden, no quieren o no tienen tiempo.
—Hay zonas o CDR vanguardias en los que, sin embargo, la vida es monótona, no hay actividades comunitarias. ¿Cuán diferente puede ser tu zona?
—Podemos tener problemas, pero estamos empezando a aprovechar las potencialidades de la gente. Comenzamos con el proyecto Pasaje al Arte, en el cual está muy ocupado el artista Luis Varela; consiste en realizar obras de la plástica en las paredes exteriores de viviendas para mejorar la imagen del barrio.
«Ya Lázaro Expósito, primer secretario del Partido en Granma, inauguró el primer mural. Y en lo adelante se concluirán otros, porque hicimos un descubrimiento interesante: en la zona contamos con 15 personas vinculadas profesionalmente al arte.
«Y cada mes hacemos una peña cultural con distintas manifestaciones, guiada por el maestro René Reyes, director de la famosa Guerrilla de Teatreros. Los artistas están soñando en grande con eso y nosotros los apoyamos, sobre todo mi hermana».
—No me hablaste de las personas sin vínculo laboral.
—Antes había un grupo grande. Hicimos una labor de convencimiento, de profilaxis. Hoy se pueden contar con los dedos de las manos.
—¿Cuántos vienen a verte para resolver necesidades y qué les dices?
—Son muchos. Aquí viene desde el que se le está cayendo el techo hasta el que no recibió una olla arrocera. Yo les explico la misión nuestra y les oriento a quién pueden dirigirse; casi siempre los remito con el delegado de circunscripción, con el que trabajo estrechamente. Además, desde que comenzó la distribución de los televisores y otros equipos la gente acude con mucha más frecuencia a los CDR, y eso hay que entenderlo.
—¿Por qué esta zona recibió la bandera 28 de Septiembre?
—Aquí no fallan la guardia cederista, ni un chequeo de emulación a nivel de base o zona, ni las donaciones; se mantiene una limpieza impecable, no ha ocurrido en años un acto delictivo, cumplimos estrictamente con la disciplina informativa...
«Simplemente hay que tenerlo todo en orden. Cuando hay sistematicidad es menos tedioso el papeleo, no hay que inventar nada. Aquí, por ejemplo, algunos se molestaban porque yo les exigía la libreta para la vigilancia. Decían: “Pues que haga guardia entonces la libreta”. No me salía de mis casillas y le explicaba a cada uno. Y se ganó esa pelea».
—¿Cuándo te gradúes te alcanzará el tiempo? ¿Seguirás en esto?
—Tengo días más agitados que otros, aunque sé distribuirme el tiempo por ahora. Cuando me gradúe ya veré qué hacer. Seguiré en el cargo hasta que quieran los cederistas, ellos a fin de cuentas deciden los logros. Nunca he sido ni seré un hombre-orquesta.