Tiempo extra
Canta el dúo cubano Buena Fe que «a los buenos sueños les da por nacer sobre carne y huesos», por eso no puedo evitar referenciar las acertadas ideas que plasman en sus canciones cuando sé que estoy delante de un soñador.
Así se presentó ante mí Jorge Eduardo Brito Chacón, un veinteañero que merece que lo reconozcan como romántico.
Este joven habanero, karateca de corazón y por conocimientos, comenzó su vida como atleta desde los cinco años y desde entonces, múltiples han sido los galardones en kata y kumite en eventos nacionales e internacionales que le valieron el mérito de ser nombrado Sensei/instructor de Kárate Do.
Pero el también técnico en termoenergética y estudiante de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae) no se ha conformado con aprender, y ahora persigue el sueño realizable de enseñar.
Amparado por este pensamiento decidió abrir una clase para aleccionar a niños y jóvenes, con nociones o no de este arte marcial, que desde principios de este año funciona en el Combinado Deportivo Camilo Cienfuegos perteneciente al municipio Plaza de la Revolución, en la capital del país.
Según su propio criterio, su iniciativa persigue varios objetivos. Primero contribuir al desarrollo del kárate como deporte, como medio de defensa e incluso como recreación sana para niños y jóvenes cubanos; luego, ayudar a otros atletas a cumplir un anhelo que en lo personal le ha sido esquivo hasta ahora: llegar a formar parte del equipo nacional.
Persiguiendo iniciativas similares a la de Jorge Eduardo me encontré, nuevamente en el mundo de las patadas, con otro Sensei con ideas optimistas: el Shijan Ramón Estrada Quintana.
A este maestro, presidente de la Academia de Atención a personas con necesidades especiales en el Combinado Deportivo Roberto Balado del también territorio habanero de La Lisa, le sobraron ilusiones para crear una clase en la que un grupo de personas, sin límite de edad y con alteraciones motrices y deficiencias visuales, aprenden, practican y se rehabilitan con las artes marciales como única arma.
Desde sus inicios, los premios y reconocimientos en eventos nacionales no se han hecho de rogar ante estos alumnos que más allá de dominar la técnica del judo-tai, buscan y encuentran un espacio donde saberse útiles a la sociedad.
Seguramente, a lo largo y ancho del caimán son muchos los soñadores con causa que en otros deportes protagonizan iniciativas similares.
Para ellos, para los jóvenes intrépidos que contribuyen al bien común, para el Inder que apoya y fomenta estas ideas, sean bienvenidos los aplausos.