La tecla del duende
Ella se llamaba Aurícula, que viene de aire, de áureo. Y él, Ventrículo, que alude al vientre, a la entraña. Ambos se habían mudado a un edificio que recién se acababa de construir y aún estaba sin pintar. Ella se instaló arriba, para vivir más cerca del cielo y poder ver salir la luna y escribir poemas sobre las desnudas paredes. Él se mudó abajo, desde donde labraría la tierra y tendría su propio jardín lleno de nomeolvides; el ambiente ideal para tocar su guitarra.
Ella estaba desganada de metáforas, que es decir desangrada en el lenguaje de los humanos, porque se encontraba sola. Él, aburrido porque sentía, también, el peso de la soledad sobre los arpegios de sus manos. Pero una mañana, Aurícula sintió que alguien tarareaba una vieja canción y se asomó a la ventanita de su apartamento. Allá abajo estaba Ventrículo, un tipo fuerte y rudo que sembraba, esperanzado, su huerta.
Ella suspiró tan fuerte, y tan alto, que las dos gardenias de la canción sintieron un raro estremecimiento. Él, por primera vez, miró al cielo y vio, sobre su cabeza, toda la belleza del mundo concentrada. Hubo, entonces, una cadena de pequeños temblores telúricos que terminaron por establecer un cadencioso ritmo, ora en sístole, ora en diástole, que era una especie de brisa y de terral, de boca y beso. Y, de pronto, él comenzó a componer con frenesí frases musicales nunca antes imaginadas, mientras ella corrió a llenar las paredes de versos vírgenes.
Una rara melodía lo embriagó todo. Dejaba un olor a mariposas que invadía hasta los desvanes y sótanos del edificio, mientras las gardenias comenzaban a crecer, desmesuradamente, y corrían a abrazarse con los versos que ya pintaban las paredes de la casita de arriba. Hubo, así, una explosión de júbilo. Ambos también se abrazaron, como las flores y los versos, para ser un solo corazón y la sangre corrió, cual río subterráneo, llevando en sí canciones y metáforas a todos los confines de la vida. (Publicado por José Aurelio Paz en JR, domingo 16 de diciembre de 2007).
Este fin de semana se festeja el aniversario 17 de la tertulia tunera. Los ocurrentes del Balcón del Oriente cubano prevén una «piyamada» para esperar el 27 de octubre, día de la fundación. La próxima semana les contaremos.