La tecla del duende
Esta semana les comparto una publicación de mi amigo Rubén Tejerina Delgado, desde Sagua la Grande:
Un día decidí darme por vencido: renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi hogar. Fui al bosque para hablar con un anciano muy sabio.
—¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? —le pregunté.
—Mira a tu alrededor. ¿Ves el helecho y el bambú?
—Sí.
—Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo, no renuncié al bambú.
En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y, nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú. En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Perseveré. Y en el cuarto año, nada salió de la semilla de bambú. Persistí.
En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho, era aparentemente muy pequeño e insignificante.
El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.
¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.
Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida.
La felicidad te mantiene dulce. Las caídas te mantienen noble. El éxito te mantiene brillante… Si no consigues lo que anhelas, no desesperes. Solo estás echando raíces.
Este sábado se encuentran los ocurrentes santaclareños en la Biblioteca Provincial de la ciudad. Ya les contaremos.
«La cuestión vital de que hablamos es esta: la conservación de los bosques, donde existen; el mejoramiento de ellos, donde existen mal; su creación, donde no existen». José Martí.