La tecla del duende
Desde la tertulia holguinera, el teclero Rafael Velasco Aguilera me hace llegar la siguiente reflexión:
No es la sal, ni las harinas. No es el refresco, ni el azúcar. No es la comida, ni el gluten. Son tus emociones. Son tus decisiones.
Te duele porque aún no has aprendido a disfrutar, porque acumulas viejos odios y rabia. Te duele porque te niegas a desarrollar tu vitalidad y elasticidad corporal, porque lo castigas con adicciones e inmadurez emocional.
Te duele el cuerpo porque rechazas el presente y permites que los recuerdos te definan. Porque no cierras etapas y te vistes de víctima en el drama que creaste. Te duele porque amas la herida que no quieres sanar.
Te duele el cuerpo tras sucumbir a la apatía y dejarte ganar. Porque dudas merecer una vida sin traumas y alas para volar. Te duele porque has cedido tu voz al clan familiar y no vives en paz. Y porque no te valoras más.
Te duele porque culpas al amor de tu obsesión por dominar. Porque exiges un respeto que no te atreves a generar. Te duele el cuerpo, por confundir una relación con un ring donde poderte desahogar. Duele porque no recuerdas que has nacido para crecer y trascender. Porque no inviertes en silencio ni haces las paces con tu soledad.
Eres un ser de amor en constante expansión. Deja ya de encasillarte, frenarte y atrofiarte. Despierta a tu magia y a tu poder. Haz valer el amor que ya eres.
La tertulia tunera tuvo su encuentro, a pesar de las dificultades que debió sortear su coordinadora. El aplauso en la distancia para ella, que se sobrepuso al dolor individual en pos del bienestar colectivo. Y esa es la mayor lección del cuarto sábado de enero en el Balcón del Oriente Cubano. Mientras haya un ser dispuesto a entregarse por los demás, el espíritu de nuestra fraternidad vive. Y esa bondad salva. En medio de la jornada vicentino-martiana en Las Tunas, hay ejemplos contemporáneos que mezclan coraje y gallardía con altura del pensamiento y reflexión precisa. Fuerza, Nieves. Cuenta con nosotros. Gracias por tu ejemplo.
Lucía: Entregó sin dudar lo que quedó, pero los recuerdos se quedan conmigo. Yuni.