La tecla del duende
Esta columna suele evocar en abril a los abuelos, a propósito de una ocurrencia compartida por los lectores desde los tiempos fundacionales de nuestro espacio. A los padres de nuestros padres se dedicaban los encuentros tecleros en el cuarto mes del año. Y ahora, que no podemos reunirnos presencialmente, el tema sigue colmando las redes, en base al cariño y los buenos sentimientos.
Desde los aromas vamos al encuentro con el vestuario limpio y el olor inigualable de nuestros viejitos. Fragancias que desde el presente nos transportan al pasado, encaramados en una máquina del tiempo emocional, con juguetes que huelen a nuevo y al jabón más oloroso en las manitas. En la cocina huele a dulces y consentimientos, a cremitas de leche y abrazo fraternal, a compota con alguna que otra lágrima, si no los hemos vuelto a ver.
Evoco a mi abuelo materno con su colonia irrepetible, el chiste ameno y aquellas piñas en conserva que me enviaba mi amigo Tití. A mi abuela con sus dulces y la preocupación por el idioma, desde el olor de los libros. A mi abuelo paterno, que tenía el olor de la carpintería y un refrán a la mano, casi siempre impublicable en estas páginas, pero valioso para la existencia. Y a Walkiria, superabuela de los tecleros, también estas líneas sin olvido para quien nos recibió como un nieto más. ¡Que vivan los abuelos!
1-Cuando el pasado te llama, no le contestes; no tiene nada nuevo que ofrecerte. 2-Lo que alguien opine sobre ti, es solo su opinión, y no define quién eres. 3-Un barco siempre está seguro en la orilla, pero no fue construido para permanecer ah. 4-Todos estamos librando batallas, no juzgues y trata de comprender al prójimo. 5-Pensar de más solo produce preocupación innecesaria y te agota. 6-La situación en que estás ahora no es para siempre, así que sé positivo, la vida gira. 7-No te enfoques en las dificultades, mejor en las posibilidades con mucha fe. 8-Si el plan falló, entonces cambia el plan, pero no abandones tus sueños. 9-Si no te nutre ni te enriquece, suelta, libera, fluye y, sobre todo, confía. (Enviado por Nieves)
No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual a un padre virtuoso. Mahatma Gandhi.