La tecla del duende
La lección del carbón, así se titula la historia que hoy compartimos, enviada por William Ferrer al duende Fernando y de este a la columna teclera. A la holguinera Diana y los amigos que con ella se gradúan de psicólogos en la Universidad de Oriente, y a la avileña Jennifer y sus compañeros biólogos de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, está dedicado este teclazo...
Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones de un determinado grupo, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades. Después de algunas semanas, una noche muy fría, el líder de aquel grupo decidió visitarlo. Encontró al hombre en casa, solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor.
Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder, lo condujo a una silla grande cerca de la chimenea y se quedó quieto, esperando una pregunta. Se hizo un grave silencio. Los dos hombres solo contemplaban la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que crepitaban.
Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban y cuidadosamente seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, y la retiró a un lado del brasero con unas tenazas. Volvió entonces a sentarse, permaneciendo silencioso e inmóvil después de solicitar permiso para fumarse una pipa.
El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado pero inquieto. Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que solo hubo un brillo momentáneo y el fuego se apagó repentinamente. En poco tiempo, lo que era una muestra de luz y de calor, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón recubierto por una leve capa de ceniza. Muy pocas palabras habían sido dichas desde el ritual saludo entre los dos amigos.
El líder, antes de prepararse para salir, con las tenazas blandió el carbón frío e inútil, y lo colocó de nuevo en medio del fuego. De inmediato la brasa se volvió a encender, alimentada por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno suyo. Cuando el líder alcanzó la puerta para irse, el anfitrión le dijo: —Gracias por tu visita y por tu bellísima lección. Regresaré al grupo. Buenas noches.
Seguimos juntando ingenios para nuestro encuentro Nacional en Guaracabulla, el corazón placeteño de los duendes, el próximo 5 de julio. Recuerden que esta vez, aparte de los mil y un asuntos de la fraternidad que siempre asoman, conversaremos sobre las mascotas y el amor de y a los animales, ese sentir que tanto ennoblece al ser humano.
GRAFITI
Mi profe: Te esperaré porque sé que has creído en mí, hoy la luna me sirve de testigo. Tu Cataleya
Mi cleopatra: Si estamos lejos y la brisa te humedece los labios, son mis besos que están pensando en ti. Tu César