Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Duende

La tecla del duende

Willy

Mientras circulaba la tecla del pasado jueves, en Camagüey despedían a un gran ser humano. Alguien que insuflaba vida a los otros mientras su propio cuerpo se le iba. Enrique Milanés evoca desde el cariño...

Conocí a Willy en los tempranos 80 del otro siglo, cuando los dos estudiábamos en la Vocacional Máximo Gómez y mi grupo, que no era precisamente de los buenos, fue repartido entre varios... Allí me encontré con aquel muchacho casi tan flaco como yo, aquel inquieto incorregible, pelotero de peñas escolares y de salas de estar, admirador del entonces bisoño Luis Ulacia. Una mañana, Willyto se metió a una estación eléctrica de alta tensión, a recuperar una pelota que había bateado, y sufrió un shock que sus amigos creímos definitivo. Pero no solo salió ileso, sino —nos convencimos muchos— que el trance «recargó» sus baterías. Por ahí comenzó a burlarse de la muerte. Pasó el tiempo... yo me hice tan solo periodista y él, con el más serio nombre de Guillermo Jesús Pardo Camacho, se convirtió en doctor en Medicina, especialista en un Grado, y Dos, en Neurocirugía, profesor auxiliar, investigador... y quién sabe cuántas cosas. Yo tuve un hijo y él dos —recuerden que era un inquieto sin remedio— y para colmo suyo, y calma mía, él terminó cuidando mi columna. Ya para entonces su larga enfermedad, que nunca llevó con pena aunque suela tener ese adjetivo, le había retado a un duro pulseo que el hombre, más que el Doctor, ganaba no solo en batallas portentosas, sino en el día a día. Y la muerte se agotaba buscándolo en las salas de neurocirugía, pero él siempre le llevaba un paso delante, un paciente salvado. Sus pacientes... Implantaba con ellos la dictadura del amor: les prohibía morirse, por decreto, por si acaso no bastaba con sus curas. Y a veces refrendaba su dictamen con un argumento inexcusable: alguien tenía que regalarle un dulce X que su gusto de muchacho requería. Si algún colega compilara en un texto la Anatomía de Willy, vería en ella las muy magnéticas resonancias del humor y el amor, la risa y la entrega... Willy no solo botó montones de veces a la muerte de su sala y le prohibió aparecerse por su casa; también estuvo atendiéndonos desde su cama hasta su último miércoles... Así era él, roble delgado que tuvo la más honda raíz en la familia. No asombró entonces la multitudinaria despedida que la gente, convocada solo por la gente, le hiciera en el cementerio. Allí se lloró en ojos de todos los colores y al final, cuando estaba sellada la losa, aguardamos un rato, tal vez esperando verlo levantarse como en los días lejanos de la estación eléctrica y preguntar: «¿quién caramba les dijo que me iba?»

Ciego, Holguín y La Habana

Este sábado, tres tertulias. Holguín: 10:00 a.m., Casa de la Prensa, tema: la fidelidad. La Habana: 2:00 p.m; Fac. de Com. (23 y G, Vedado); tema: los héroes. Ciego de Ávila: 2:00 p.m; Museo de Artes Decorativas. Tema: Los refranes.

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