Los que soñamos por la oreja
La primera vez que tuve referencias acerca del guantanamero Yelsy Heredia fue a propósito de su participación en el fabuloso disco doble Art Bembé, de Gema y Pavel. Hasta ese instante, yo no tenía noticias sobre él, pero a partir de entonces, por varias vías me fueron llegando comentarios elogiosos sobre el quehacer de este contrabajista. Algún tiempo después tuve en mi poder el primer fonograma acreditado a su nombre, el álbum titulado Guantánamo Changüí, un CD contentivo de ocho temas harto interesantes en su concepción y en el que en lo particular, me cautivaron piezas como Ofrendas, Antes que pase, Todo es posible y El curandero, un material que siempre he recomendado para comprender los nuevos caminos por los que hoy se mueve el jazz hecho por cubanos.
Una oportunidad para entrar en contacto con las ideas creativas de Yelsy Heredia la tendremos hoy, a las tres de la tarde, en el patio del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc), institución ubicada en calle G, no. 505, entre 21 y 23, Vedado. La función, organizada como parte de lo que se denomina Conciertos didácticos, servirá para que el contrabajista nos aproxime a su más reciente proyecto discográfico, el disco Camino a Maisí, una propuesta en la que su protagonista vuelve a las raíces de la música tradicional de su región natal, algo que de cierto modo se anunciaba ya en la anterior producción fonográfica del instrumentista, la que cerraba con el tema Orgullo guantanamero, un changüí dedicado a su hermana, la musicóloga Yurien Heredia.
Un breve repaso por el currículum de Yelsy permite corroborar lo brillante de la carrera que él ha llevado durante los últimos casi 20 años, tras graduarse en 1997 en la Escuela Nacional de Música. Así, puede mencionarse que Heredia ha colaborado tanto en discos como en conciertos de figuras de sumo prestigio, al corte de Bebo y Chucho Valdés, Diego el Cigala, Salif Keita, Arcangel, Joshua Edelman, Donna Hightower, entre otros. En mi opinión, de lo más sobresaliente hecho por este guantanamero está su vínculo con ilustres representantes del flamenco, en ese interesantísimo fenómeno que se ha ido gestando en años recientes, en el cual cubanos como el también bajista Alain Pérez, el tecladista José Ramón Mestre o el percusionista Fernando Favier, además del propio Heredia, han sido partícipes activos de un híbrido en el que elementos de la cultura musical de Cuba y otros del universo de los gitanos se han integrado, sonoridad que en algún momento habrá que empezar a estudiar.
En el caso del álbum Camino a Maisí, se trata de una propuesta bailable, en la que la tradición es traída a la contemporaneidad y en la cual el contrabajo evidencia sus posibilidades como instrumento «tumbeador». En este CD, la clásica base melódico-armónica del conjunto changüisero es cambiada y de tal modo, el piano y/o la flauta asumen el rol del tres, mientras que el contrabajo hace lo que le tocaría a la marímbula. Por su parte, la base rítmica se mantiene según la tradición, es decir, el guayo, las maracas y el bongó de monte.
Cortes como Mis raíces, Aprovéchate, Hermosa Santa, No te olvides de tu son, Palenque (uno de mis favoritos, por lo que alcanza en tanto mixtura de varios componentes) o Qué bendición de prieta, están concebidos mayoritariamente a partir del changüí y sus distintas formas de ejecutarse, en señal inequívoca de que los más aventajados entre las nuevas generaciones de músicos cubanos, tanto en el país como allende los mares, aunque aborden otros géneros, no olvidan lo auténtico de nuestra cultura sonora.
Buena prueba de ello, es el tema con el que Yelsy cierra su disco, o sea, el denominado Que seto conga, sabrosa pieza que de haber sido promovida por acá se hubiese podido convertir en todo un éxito mediático. En fin, la invitación queda hecha para asistir a la presentación que hoy, a las tres de la tarde en el patio del Cidmuc, en calle G, no. 505, entre 21 y 23, Vedado, ofrecerá Yelsy Heredia y sus músicos acompañantes. Allí nos vemos.