Los que soñamos por la oreja
La Charanga Habanera, agrupación representante de la timba. A raíz de las celebraciones que desde la anterior semana se han producido en nuestro país por el Día de la Cultura Cubana, pensaba en que no hay que ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que en la actualidad vivimos enormes convulsiones en el espacio cultural mundial, de forma que se están alterando radicalmente los mapas de los saberes, de los gustos, de los modos de relación. En dicho contexto, se habla y teoriza mucho en relación con las transformaciones en los imaginarios colectivos. No está de más acotar que las imágenes que forman parte de los susodichos imaginarios, no son solo imágenes visuales o visualizables, sino también sonoras. Entre estas, a partir de la década de los 60 del pasado siglo, la música ha adquirido una importancia enorme en la conformación de las representaciones colectivas, las identidades, las formas sociales de producir y compartir significados, un fenómeno que adquiere particularidades específicas entre los sectores jóvenes de la población.
Aunque me parece que a nadie se le ocurriría cuestionar la importancia y el rol de la música dentro de nuestra cultura, es significativa la poca aparición de libros entre nosotros que formulen análisis sobre el tema, no solo desde la perspectiva de la musicología sino también a partir de otros enfoques como los provenientes de la historia, la literatura, el periodismo, la sociología, o incluso, los estudios culturales, poscoloniales y de género, tanto por separado como por medio de análisis inter y/o transdisciplinarios.
Entre los cientistas sociales cubanos siempre ha habido una preocupación mayor por la tradición de la música folclórica, en especial la de origen afro, canonizada como espacios de «pureza» artística o patrimonial. Al ámbito urbano suele vérsele como un espacio de mezcla e influencia externa; menos puro, digamos, y donde se cree que han primado solo criterios comerciales. Sin embargo, debería recordarse que el aporte fundamental que Cuba le ha hecho al mundo en lo musical ha sido desde lo popular, con todo y el impacto que han conseguido figuras del universo «clásico» o «culto» como Ernesto Lecuona, en el pasado, o más recientemente, Leo Brouwer. Por ello, si en la actualidad estamos discutiendo sobre identidad del cubano y patrimonio cultural, no podemos dejar de lado el análisis del tipo de música que en cada época de nuestro devenir como nación ha ido construyendo la sensibilidad del ciudadano, las formas de ver el mundo, la experiencia corporal, el «yo» generacional en la gente.
Por poner un ejemplo, me parece que resulta una verdadera paradoja (por no afirmar que un contrasentido) que a estas alturas en Cuba no se haya publicado ni un libro que aborde lo que representó para el devenir de las dinámicas culturales del país el fenómeno de la timba durante la década de los 90 y que en el mundo, los interesados en estudiar el tema tengan que obligatoriamente consultar como principal referencia académica el texto Timba. Il suono della crisis, una obra aparecida en 2003 a través de la editorial Arcana y escrita por el italiano Vicenzo A. Perna, resultado de la tesis doctoral desarrollada por él en Londres, y que ya cuenta con una edición en inglés bajo el sello de Ashgate en 2005, con el título de Timba: The Sound of the Cuban Crisis.
Podría aludir a muchísimos tópicos musicales acerca de los cuales entre nosotros apenas se publica, unas veces porque no se escribe sobre ellos y otras porque a las editoriales no les interesa el tema. Lo cierto es que en Cuba sigue siendo una asignatura pendiente la aparición de textos que ayuden a comprender cómo se ha construido y reconstruido el tejido del campo cultural, lo cual, en materia sonora, implica lecturas críticas que intenten trabajar con el contenido de los discos editados oficialmente en sellos discográficos (dentro y fuera del país), las producciones independientes o al margen de la industria, así como con las condiciones del campo cultural para el cual estos fonogramas son elaborados, con enfoques que partan de la situación específica de la música, para después abrirse a la cuestión del arte en general, las instituciones, la recepción y las políticas culturales de una época determinada.
La Charanga Habanera, agrupación representante de la timba.