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APENAS es un enroque: las finanzas destinadas a los militares siguen creciendo en Estados Unidos, aunque se prometieran cambios, solo que los dineros se trasladan de unas cuentas a otras; hay recortes para ciertos armamentos, es cierto, pero otras armas prevalecen...
Avión Predator no tripulado. El Pentágono ha encargado otras decenas de aeronaves de este tipo. Foto: BBC Los 534 000 millones de dólares destinados a esos gastos —que no incluyen los costos de las guerras en Iraq y Afganistán, para las cuales la administración de George W. Bush pedía importantes sumas adicionales, un procedimiento de enmascaramiento que dejó en herencia al gobierno de Barack Obama y este la recibió gustoso—, constituyen «una significativa revisión» de las prioridades, al decir del jefe del Pentágono, Robert Gates. Y esto resulta en un incremento del 5,6 por ciento del presupuesto destinado a buscar nuevas armas o mejorarlas.
Pero lo esencial está en el llamado «presupuesto negro», al que aprobaron nuevo récord de gastos. Para esas dos simples palabras en que esconden y definen las operaciones secretas que involucran a las fuerzas armadas estadounidenses, se destinaron exactamente 50 000 millones de dólares en 2010, así que alrededor del 7,5 por ciento de todos los gastos militares de EE.UU. son ahora secretos; y eso que una de las primeras ordenanzas del actual inquilino de la Casa Blanca prometía «transparencia».
El periodista Bill Sweetman hacía en la revista especializada Aviation Week una comparación necesaria para comprender cuánto puede esperarse de esa jugada ajedrecística de quitar de allá para poner aquí, y con plus: «aproximadamente iguala en magnitud los presupuestos de defensa totales de Gran Bretaña, Francia o Japón». El periodista Jason Ditz, en el sitio web antiwar.com, lo corrobora al afirmar que el presupuesto militar británico en este año es de 48 000 millones de dólares, algo ligeramente menor que los gastos encubiertos norteamericanos.
Honestamente, no sé si los 2 000 millones de dólares que el Pentágono añadió a los proyectos de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, que implican destinar más de mil millones para comprar 60 aviones Predator y Reaper fabricados por General Atomics y 1 450 millones por cinco vehículos de vigilancia aérea Global Hawk, que se embolsará la Northrop Grumman Corp., están o no incluidos en los 50 000 millones del «presupuesto negro», o son otros «adicionales»...
El problema es que, como es de suponer, la mayoría de ese acápite de gastos permanece como clandestino, y podría preguntarse si están incluidos ahí el Programa Especial de la supersecreta Agencia de Seguridad Nacional, la Iniciativa de Seguridad Cyber y las cuentas del Apoyo de Inteligencia para Operaciones de Información.
En el rastreo de Aviation Week se habla de la Tecnología de Energía Directa, un arma de rayo real en investigación que salta de 62,7 millones de dólares el año pasado a 105,7 millones en 2010; del dinero contante y sonante para Prompt Global Strike Capability Development, armas que pueden impactar en cualquier lugar del planeta en cuestión de horas y que de 74 millones pasan a casi 167 millones de dólares; o los extras destinados a los aviones robots Global Hawk.
Al parecer, las jugadas de ajedrez de quienes prometieron «cambios» siguen fortaleciendo torres y caballos prestos a los ataques bélicos en un mundo lleno de tensiones...