Inter-nos
En el tercer round de la pelea volvió a ganar el libro, y con él la sensatez y la verdad. Por más de siete horas y durante dos sesiones de trabajo, el panel escolar de 17 personas —que incluyó educadores, administradores y miembros de la comunidad— que analizó si deja o no en las bibliotecas de las escuelas públicas del condado de Miami-Dade la obra Vamos a Cuba o A Visit To Cuba, decidió recomendarle al superintendente de educación de la localidad, Rudy Crew, mantener el libro en los estantes, para que cualquier niño pueda leerlo.
Consideraron que tenía omisiones, pero que era suficientemente preciso, exacto, verdadero y detallado para satisfacer las necesidades de su audiencia infantil, desde el kindergarten hasta el tercer grado.
Los prejuicios y las distorsiones de un padre de origen cubano dio inicio a esta especie de batalla «legal», que comenzó en la escuela primaria que lleva el nombre de la destacada ambientalista Marjorie Stoneman Douglas —conocida por su lucha a favor de la conservación del humedal de Los Everglades y del cuidado del equilibrio de la naturaleza, algo contra lo que supongo atentan los entrenamientos que ciertos grupos terroristas anticubanos, como Alpha 66, realizan en ese Parque Nacional estadounidense.
Pero eso es harina de otro costal, aunque destruir la biodiversidad, vidas humanas, o libros, constituyen componentes similares en los que se expresa el odio.
Sin embargo, la razón puede abrirse paso, como sucedió este lunes, cuando la Junta Escolar hizo su recomendación, a pesar de las protestas y presiones de una «pequeña banda de exiliados» —así los llamó la televisora local NBC6.NET.
Todo comenzó a principios de abril, cuando en la escuela sacaron al pequeño libro de los estantes ante la acalorada petición de un padre, molesto por la foto de los risueños escolares cubanos en la portada y por el texto que acusó de lavadora de cerebro de su hija, solo porque dice que los niños son iguales en Cuba que en Estados Unidos. El asunto fue sometido a la Junta Escolar de Miami-Dade y precisamente el 19 de abril, la moción del intransigente padre fue rechazada, aunque se decidió que el panel escolar volviera a discutir el tema. Juristas de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) abogaron porque el pequeño libro permanezca en las bibliotecas escolares, como garantía de los derechos individuales.
Así que desde los anaqueles, en sus alegres y coloridos uniformes, seguirán sonriendo nuestros pioneros, venciendo también con su ternura las ofuscaciones, ceguedades y obcecaciones; haciéndole un guiño cómplice de amor a los niños de segundo y tercer grado del otro lado del estrecho...
Por cierto, al decir de ACLU, sigue siendo un solo padre el irritado, furioso, frenético y rabioso...
En manos del superintendente Crew queda la última palabra. Ojalá prime la reflexión, el juicio y la cordura cuando haga su decisión final...