Frente al espejo
Casi más rápido que la velocidad de la luz comenzaron a llegar los comentarios digitales poco después de que este diario publicara el reportaje La equidad es su signo*, mirada a un tema que ha suscitado no pocas reflexiones, disgustos y preocupaciones en la población: la nueva medida que en La Habana permite comprar de manera controlada pollo, picadillo, aceite, salchichas y detergente en los establecimientos de las cadenas de tiendas Caribe y Cimex.
Las opiniones vertidas en la investigación periodística y las que ahora aportaron los lectores apuntan a que «ha sido un acierto el nuevo sistema de distribución porque da transparencia y tranquilidad para el consumidor» y las personas no tienen «que madrugar y someterse a largas colas que muchas veces eran infructíferas»; sin embargo, quedan otros problemas que afectan el objetivo de hacer más viable la venta.
«En el reparto Sevillano (municipio de Diez de Octubre) ha sido desastroso», escribió la cibernauta María, quien contó que en ese lugar «todavía no ha terminado la primera vuelta» y el día que pudieron adquirir el pollo, por ejemplo, «fue a las 12:45 de la noche». De ese territorio llegaba también el criterio de Moraima, quien al saber que en otros lugares ya iban por la segunda y tercera vuelta, aludía a que no se trataba de «falta de productos, sino de organización, que depende de los niveles provinciales».
Además, apuntó que en el punto de San Miguel y Figueroa, atendido por Cimex, que tiene más de 3 700 núcleos, en ocasiones viene un carro con 300 paquetes de perritos. Y se pregunta: «¿No se puede realizar una distribución por municipios? Por ejemplo, que en una semana se distribuyan todos los productos existentes en cinco municipios y así sucesivamente. La población se evitaría hacer varias colas y se racionalizarían los viajes de comercialización».
Otra usuaria refería que cómo es posible que números bajos no han podido coger pollo y que sigan vendiendo sin parar hasta los 700 y pico, que muchos sí lo han cogido. «Además comienzan siempre muy tarde a vender, sin contar que los días que debe llegar pollo no ocurre, a veces sucede a altas horas de la noche y otros llega los domingos y se trabaja pocas horas. Esto es cosa de locos», reiteró.
Cristóbal Antonio Bolado Alfonso contó que en la tienda de Ayestarán y San Pedro, en Cerro, faltan cantidad de núcleos que «no estamos registrados en el segundo ciclo y no pudimos obtener los productos». En la tienda les dijeron que los perdieron, y ante esa respuesta él y sus vecinos fueron a la oficoda y…
«Fuimos a la oficoda provincial y nos incluyeron y ya aparecemos para el tercer ciclo; pero, ¿quién nos da el segundo? ¿Por qué no podemos obtenerlo en ninguna tienda? El cibernauta narra que dicen que es Tiendas Caribe, a nivel provincial, la que debe enviar los productos. «¿Cómo van a saber ellos quiénes faltan si fue un problema de la oficoda al registrar en el sistema y no verificar?».
De Ayestarán y San Pedro también escribió Isabel Solís Fernández y certificó que «los listados están llenos de saltos y, además, dicen que no nos van a dar los productos del segundo ciclo; ni somos flotantes ni nuevos, mi núcleo lleva 40 años comprando en ese mercado. Para citar yo soy el 1 030, el listado salta del 1 028 al 1 071 y por ahí un montón. La oficoda nos puso ahora en la base de datos, pero ya casi empieza el tercer módulo y no llega la información actualizada a la tienda», aseguró Isabel.
MAR, una internauta que compra en Carlos III, apuntó que en este momento han agregado a esa tienda a todo el personal que compraba en la tienda Yurumí, y del consejo popular Príncipe, de Plaza, por lo que se alarga el ciclo. «No se pone en la tablilla habilitada lo que se oferta. Cuando uno entra, en ese momento es que se entera y conoce los precios. En enero logramos comprar aceite y otras cosas, pero estuvimos varios días acudiendo a la tienda para saber cuándo nos tocaría, ya que constantemente ponen carteles que nadie entiende, los quitan, deciden otra cosa y no lo publican».
Y siguió explicando: «El día que logramos comprar tuvimos que estar el día entero, ya que no lo hacen por horario. Recogen la libreta por el orden de la tarjeta y luego, en medio de tremenda molotera, empiezan a llamar como mejor les parece. Hay personas a las cuales les han extraviado la libreta, porque cuando llaman para devolverla, no todo el mundo escucha y no todos lo hacen por el nombre del jefe de núcleo, por lo que cualquiera puede coger».
Ante los resultados satisfactorios que va teniendo el esquema de distribución en muchos lugares, hubo usuarios que se refirieron a que «los elementos perturbadores merodean a su aire» y que «la autoridad no se impone». Olga Lidia Vigoa Carpio apuntaba que «todavía vemos revendedores cuidando las colas autorizados por los gerentes, y delegados dentro de las tiendas que dejan mucho de qué hablar».
Julio Vergara alertaba que en algunas tiendas de Alamar, La Habana del Este, ya encontraron «la manera de tumbarte lo que se asigna» e ilustraba que «la información entre la tienda, las bodegas y el público se está convirtiendo en algo fatal, porque se avisa el mismo día que se dan los productos y si ese día no vas puedes no enterarte, y solo están dando dos días para comprar cuando antes daban hasta siete; y suspendieron el domingo de recuperación».
Al pronunciarse por un mayor control, Lina aludió a que «una tendencia que debe valorarse por las dos cadenas es que asignan para la compra solo cien núcleos en varias unidades, cuando la cifra puede hasta triplicarse en las horas de trabajo de los establecimientos sin que se acumulen productos, sobre todo los refrigerados; los cien núcleos compran en media jornada y el resto del tiempo les da posibilidades de inventar, debemos revisar este aspecto y el cumplimiento de los horarios extendidos los martes y jueves, que no siempre se cumplen existiendo los productos, algo que facilita la vida al trabajador».
Si de mejorar el sistema de comercialización en el país se trata no fueron pocos los ciudadanos que reclamaron que ello también ocurriera en las bodegas y carnicerías, las cuales están «hasta más cercanas a las comunidades». Y el lector nombrado VIC3NT3 llamó a que «es vital que los funcionarios del Gobierno y directivos de las cadenas de tienda trabajen y que no se baje la guardia en la supervisión del sistema».
Al recordar que nunca pudo comprar antes de diciembre del pasado año y que la medida ya puesta en práctica «la habíamos exigido desde hace mucho», Miguel Ortega invitó a que en un futuro —y no muy lejano, diría este redactor— se ofertaran «con los ciclos y cantidades que la economía pueda garantizar y de producción nacional, colchas de trapear, detergente líquido, papel sanitario y otras misceláneas necesarias en el hogar».
El cibernauta —quien compra en una pequeña sección desagregada del centro comercial de Vento y 100, en Altahabana— añadió que «no tendrían que estar sujetos a períodos tan rígidos como los actuales cinco productos que son básicos en la vida diaria de la población». Sobre este asunto, Rosa reconocía que se «debe pensar en incluir también el jabón de baño y de lavar».
Finalmente, otros internautas llamaban la atención sobre extender esta forma de distribución al resto del país. Rayson señalaba que «es necesario que esa experiencia se extienda, ya que los vientos de corrupción e ilegalidades se han extendido a todo el territorio nacional». Y el lector identificado como Jarg significó que a veces lo sencillo se hace difícil. «Cuando un estudio da su resultado lo más lógico es darle seguimiento y con el tiempo mantenerlo actualizado; es una fórmula probada hasta por el invencible Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
«La distribución de alimentos liberados controlados debe tener un seguimiento diario y una actualización. Hay que corregir errores o malas prácticas de lo regulado o normado y tomar medidas donde se incumpla lo dictado. Las cosas que se dicen claras y precisas por nada y nadie pueden ser motivo de desorden o ilegalidades, y los responsables son las administraciones del territorio y del centro comercial cuando se dice que es por núcleo de consumidor de las bodegas… La venta de productos fijos por conformación de núcleo es una distribución equitativa y llega para todos por igual».
*En esta investigación trabajaron Marianela Martín González, y Rosmery Pineda Mirabal, estudiante de Periodismo, así como el humorista gráfico Adán y el fotorreportero Abel Rojas Barallobre