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Se le derrumba la esperanza

Desde el edificio multifamiliar de Calle E, No. 15056, en Alta Habana, municipio habanero Boyeros, Regla Verdecia Carrillo sufre un castigo de nunca acabar. Tantos años sin una luz de esperanza. Todo comenzó cuando, el 15 de septiembres de 2020 contó aquí que, como albergada, en septiembre de 2012 le otorgaron un apartamento en ese inmueble recién erigido. Y ya en mayo de 2013 tenía filtraciones. Lo planteó a la ECAL 3 (ejecutora), al Gobierno y Fiscalía en municipio y provincia, entre otras instancias. Y todo seguía igual. Al llover, el agua corría por tomacorrientes y lámparas y caía sobre los colchones.

La visitó el presidente del Gobierno en Boyeros y lo constató. No se resolvió. Se levantaron más las mantas y nadie fue a defectar. Bloques deteriorados y rajaduras en las paredes, reveló, preocupada por la salud de sus hijos y el peligro.

El 25 de noviembre de 2020 contó que al otro día de lo publicado la visitaron la directora municipal de la Vivienda y quien atiende Construcción en el Gobierno. Dijeron que en 48 horas darían respuesta. No la hubo. Y ella apeló a otras entidades. Respondió la dirección provincial de la Vivienda: Su expediente estaba en un archivo pasivo, pendiente de mantas. No sabían cuándo entrarían al país. «¿Para que dan falsas esperanzas sobre algo tan serio que lleva siete años sin resolverse?», decía entonces.

El 16 de febrero de 2021, ella dijo aquí que, tras casi ocho años alertando, nadie daba solución. «¿Dónde queda la sensibilidad para tratar problemas como este, que por el deterioro del apartamento a causa de la humedad extrema peligra la vida de mis hijos menores de edad?», preguntaba.

El 11 de septiembre de 2021, informó que en mayo de ese año hubo una reunión con funcionarios de Vivienda municipal y los vecinos del edificio, en que, por acuerdo de ambos, se firmó un contrato de más de 5 000 pesos por apartamento, a pagar en un plazo de 12 meses, para reparar la cubierta.

Y en temporada ciclónica y aguaceros fuertes, decía, dos miembros de una cooperativa desprendida de la ECAL fueron y comenzaron a reparar. Vecinos alertaron que, si las mantas no se levantaban y trabajaban en las juntas de las losas, malgastarían material por gusto.

Lo dijeron al jefe de inversiones y al técnico, quien se comprometió a verificar, pero no pudo acudir mientras se laboraba en el techo. Y no se levantaron las mantas ni se trabajaron las juntas. Lo que hicieron fue pegar las mantas donde vieron que estaban levantadas, y ponerle encima pasta para sellar. No resolvió el problema. Siguió filtrando agua, y despegó lo que habían pegado. Molestos por el reclamo de los vecinos, recogieron sus materiales y se fueron.

El 24 de marzo de 2022, y por única vez ante cinco cartas de Regla reveladas aquí, respondió Ernesto Fonseca, director de la Vivienda en Boyeros, que ya habían sido ejecutadas las acciones para resolver las afectaciones técnico-constructivas. Y añadía que entonces la obra seguía abierta en período de garantía. Una vez que se comprobara la efectividad de lo hecho, se expediría el acta de conformidad y se remitiría al departamento de renta de esa entidad para el pago de la cuantía.

El 29 de mayo de 2025 volvió Regla, y contó que había crecido la filtración de su apartamento en el último piso: el techo como que quería separarse y paredes agrietadas. Reveló el descontento de los vecinos a partir de una reunión en el edificio con una funcionaria de la dirección municipal de la Vivienda: Se planteó que el arreglo de cubierta se valoraba en ¡3 millones de pesos!

«Es una falta de respeto, decía, después de tanto tiempo planteando la queja… Se han encarecido los materiales…. Nuestro país está pasando por serias dificultades económicas debido al bloqueo, pero no entiendo por qué la reparación por una brigada de trabajadores por cuenta propia tiene que costar tan caro».

Necesitamos respuesta urgente, añadía, pues tras tantos años, cuando se pudo hacer la obra por un precio más bajo que los vecinos estaban dispuestos a pagar, es una burla que aparezcan con esa noticia.

Y acaba de llegar una nueva carta de Regla, quien confiesa que «estoy aquí con la esperanza derrumbada y mi problema, la filtración, sin solución yace ya 13 años». Y agrega que antes de que comenzara la temporada ciclónica, en una visita de Gecons se llevaron fotos del momento en que caía agua del techo. «Soñé, con la esperanza de que alguna solución inmediata hallaría para la azotea y su impermeabilización», dice.

Pero llegó Melissa. Y aunque sabe que los recursos están en función de nuestros hermanos orientales, se cuestiona por qué tanta dilación en su caso. No está ajena a la crítica situación del país y la escasez de recursos debido al bloqueo, pero piensa que en 13 años pudo darse solución definitiva al problema.

«Cada día se agrietan y revientan más las paredes. Vivimos temiendo un desplome. Solo pido que no se olviden de mi caso, si es que en algún momento tuvo importancia para las entidades y funcionarios pertinentes», concluye.

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