Acuse de recibo
El 2 de noviembre de 2021, desde Pilón, Granma, Pedro Vasallo Leyva contó aquí escuetamente su tragedia, y fue como un mazazo:
«Soy derrumbe total de vivienda. Desde hace 16 años estoy encamado y me amputaron un brazo, porque tenía cáncer. Mi mujer tiene problema en la vista y no oye. Ambos tenemos 76 años. Solo nos vendieron 15 tejas, y a los 15 años nos vendieron 15 más. La facilidad temporal se moja. No se puede estar dentro. Espero respuesta. Gracias».
Y fue este 28 de junio de 2022, ¡casi ocho meses después!, que llegó aquí una copia de la respuesta enviada a Pedro por Yesser Izaguirre Ojeda, director provincial de la Vivienda en Granma. La misiva estaba fechada el 21 de marzo de 2022. Atraso por partida doble, para caso tan sensible, con tantos años de espera.
La carta de Izaguirre Ojeda refería que se había creado una comisión que investigó el caso y comprobó que esa casa fue derrumbe total a raíz del huracán Dennis en 2005. Y estaba en una zona vulnerable, a 2,5 metros por debajo del nivel del mar, por lo que fue imposible iniciar una obra nueva en el mismo terreno.
Y como parte del programa Tarea Vida, añadía, se le otorgó un terreno en el área de desarrollo de la calle Ignacio Agramonte. Y ¡en 2017! fue incluido Pedro en el Plan de Inicio y Desarrollo de Inversiones, amparado por la Licencia de Construcción 19/2017.
Le entregaron algunos materiales para la ejecución, como 500 bloques, los que se deterioraron en su totalidad. Y 30 tejas infinitas para la reparación de su «facilidad temporal». Se comprobó que tenía toda la documentación legal sobre el terreno asignado. Por sus propios esfuerzos inició acciones, que se encontraban a nivel de zapata.
Añade que Pedro estuvo insertado en el Plan de construcción de 2021, y tampoco fue posible iniciar la construcción «por la escasez de recursos, dada por la situación que atraviesa el país». Y su caso fue trasladado para el Plan de 2022.
Actualmente, dice, Pedro no reside en la «facilidad temporal» por el estado crítico de esta. Y por las condiciones de salud de él y de su esposa, residen ambos en la vivienda de su hija Ana Irma Vasallo Guerrero, en el propio Pilón, inmueble en estado crítico. Por ello le fue concedido un subsidio de
86 000 pesos que aún estaba sin iniciarse por falta de recursos. Se le propuso la alternativa de construirle una vivienda de madera y Pedro no estuvo conforme, por lo cual «se mantiene en el plan nominalizado del año en curso».
Indica que el hijo, Pedro Vasallo Guerrero, es el apoderado por escritura pública para efectuar todos los trámites, reclamaciones y su representación. Y concluye valorando la queja del anciano «con razón», al tiempo que precisa que el caso está incluido en el plan nominalizado para este año, para lo cual «se prevé iniciar las acciones constructivas según la entrada de recursos a la provincia; no obstante, se realizó una comunicación al Gobierno del municipio».
Cuando recibí esta respuesta el 28 de junio pasado, decidí no publicarla a la distancia de casi ocho meses de la publicación de la queja, como acostumbro a hacer con las respuestas morosas, por la falta de respeto que ello significa para nuestros lectores y para Juventud Rebelde.
Pero ahora la retomo con una molestia retroactiva, porque el 7 de septiembre, hace solo dos días, me escribió el hijo del anciano, Pedro Vasallo Guerrero, quien se expresó así de escueto, como el veterano:
«Mis padres están postrados hace 16 años, sin casa por un derrumbe total. Ni el Gobierno ni el Partido resuelven el problema. Ya nos sentimos desprotegidos. No mandé esto ni a la provincia ni al municipio. Esto lo tiene que ver la nación».
¿Continuará el viejo Pedro transitando de plan en plan, año tras año? ¿Cuándo llegará su oportunidad, desde que el huracán Dennis derrumbara su casa en 2005? ¿Llegará?