Acuse de recibo
El pasado 16 de marzo, y desde La Habana Vieja, en la capital, Yuleisy Ruiz Valdés contaba que su casa colinda con el policlínico Diego Tamayo, de ese municipio, y estaba sufriendo esa vecindad: los tanques de agua instalados en la azotea del centro asistencial se derramaban
reiteradas veces, casi todos los días.
Refería que ella se había quejado ante la directora y la administradora del policlínico, y nada se resolvía. Igualmente, lo alertó a Aguas de La Habana, por la botazón y el despilfarro de agua, pero todo seguía igual.
«Soy una persona hipertensa y asmática, decía, y en las condiciones en que ya está mi pared me está afectando la salud», concluía.
Al respecto, responde el doctor Emilio Delgado Iznaga, director provincial de Salud en La Habana, que un equipo de trabajo conjunto de esa dirección con la de Salud de La Habana Vieja investigó la denuncia, se entrevistó con Yuleisy y visitó el lugar.
Precisa que «en un primer momento, las autoridades del policlínico, luego de recepcionar la insatisfacción de la promovente de manera inmediata, exploraron el asunto y no lograron evidenciar que el derrame de agua de los tanques del policlínico Diego Tamayo afectara la vivienda de Yuleisy.
«De hecho, para dar respuesta oportuna procedieron de conjunto a evaluar el caso con Aguas de La Habana y se determinó que la caída del agua de los tanques no afectaba el techo ni las paredes de la vivienda.
«Ante la insistencia de Yuleisy, porque persistía el problema, los directivos del centro pidieron cooperación e intervención a la dirección municipal de Salud, que constituyó un equipo de trabajo, ampliando el alcance de la revisión de las causas y condiciones de la insatisfacción. Y se realizó un diagnóstico más profundo, que finalmente aseveró que el agua, aunque no se visualizaba que penetrara por las paredes, la presión de esta al chocar con una parte lateral de la vivienda filtraba y provocaba las afectaciones descritas por la demandante».
Señala que para la solución del asunto se ejecutaron acciones de inversión que permitieron el sellaje de los tanques que se derramaban, con muchos años de explotación. Y se reparó la parte afectada de la vivienda.
Además, se adoptaron acciones organizativas como regular los horarios de encender el motor del agua, y no llenar los tanques a plena capacidad, toda vez que algunos de los flotantes están calcinados y en proceso de sustitución, medidas que están en vías de solución.
Declara la queja Con razón, y precisa que se tomaron las medidas organizativas correspondientes para que incidentes como estos no se repitan; al tiempo que se le dio respuesta a Yuleisy, quien agradeció la atención y solución del problema.
Agradezco la respuesta y la solución del caso, no sin obviar que gracias a la publicación de la historia es que se resolvió la afectación a la ciudadana. ¿Qué hubiera sucedido de no revelarse aquí?
Evidentemente, la primera investigación no fue profunda, a pesar de que la ciudadana se quejaba con razón. Y tampoco se cuidaba por la dirección del policlínico el derroche de agua, algo imperdonable en estos momentos de sequía, y que no se aborda en la respuesta.
Es una pena que haya tenido que implicarse la Dirección Provincial de Salud para que en el policlínico se percataran del daño que hacían a la ciudadana, y del derroche de agua.
Laura Moreno Marañón (calle C No. 9, entre 5ta. y 10, reparto 30 de Noviembre, Santiago de Cuba) relata que su hermana, residente en la provincia de Artemisa, intentó enviarle un paquetico, y se dirigió a Correos de Cuba. Y allí le dijeron que no se estaban realizando envíos de paquetería a otras provincias por la COVID-19.
«Sin embargo, manifiesta, paquetes que llegan de otros países son entregados, incluso a domicilio. ¿En otros países no hay COVID-19?».