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La indemnización no minimiza el daño provocado

El pasado 12 de enero publiqué la denuncia de Pedro Romero Noa, desde San Miguel del Padrón, en la capital, en la cual contaba graves irregularidades con un paquete de medicinas que a fines de junio de 2021 le enviaron por medio de Aerovaradero, y que arribara al país el 10 de julio.

Refería el remitente que el 26 de octubre le comunicaron que debía buscar el envío…¡en un correo de Artemisa! Y fue allí el 28 de ese mes, aún convaleciente de la COVID-19. Pero al abrir el bulto con factura a su nombre, el contenido no se correspondía con lo que le fue enviado, por lo que no se lo entregaron.

El 4 de noviembre se presentó en Aerovaradero a realizar la reclamación, con número 551. Localizaron la existencia del paquete y le informaron que recibiría el envío en un plazo de 30 días hábiles.

Y concluía expresando: «Hasta hoy, 10 de enero de 2022, no ha ocurrido, siendo imposible la comunicación telefónica con el personal de dicha institución. Me parece una falta de respeto y de sensibilidad hacia mi esposa y a mí, adultos mayores de 70 y 73 años de edad y con enfermedades de base; así como al Primer Ministro Marrero, con el que se comprometieron a la entrega en noviembre del ciento por ciento de los envíos atrasados».

Al respecto, el pasado 11 de abril fue que recibimos la respuesta de Mayelin Gotera López, directora general de Aerovaradero, quien señala que «se realizó una investigación minuciosa sobre los aspectos mencionados por el consignatario de la carga, por lo que se pudo constatar que en el reporte de chequeo de la guía aérea en la que vino manifestado su paquete, se señaló la incidencia de 18 bultos sobrantes al manifiesto, diez bultos faltantes de origen y siete bultos dañados.

«El bulto 50001438 consignado a Romero Noa, precisa, fue chequeado y facturado para el servicio de entrega a domicilio el 10 de octubre de 2021 en la saca 513 con sello 93483; sin embargo, el cliente alega que cuando fue a recoger su carga, la factura no se correspondía con el paquete, que venía a nombre de otra persona.

«Después de analizar todo el proceso por el que transitó su carga desde el arribo al país y las problemáticas detectadas, y no siendo posible en este caso localizar para su entrega el bulto faltante, concluimos que le asiste la razón al promovente en su reclamación; por consiguiente, le corresponde la indemnización.

«En función de minimizar los inconvenientes y daños provocados, nuestra empresa ha determinado resarcir en origen al remitente de la carga, a través del transitario contratado para realizar el envío».

Y al final afirma que «la Empresa se encuentra inmersa en la ejecución de varias acciones para fortalecer el control interno y por ende la calidad en el servicio, de igual forma cambio de estructura, nombramiento de compañeros al frente de las tareas principales y aplicación de medidas a los trabajadores y directivos que incurren en hechos que provocan extravíos de bultos o incumplimiento de los procedimientos», al tiempo que ofrece disculpas por las molestias ocasionadas.

Agradezco la respuesta, aunque algo atrasada en el tiempo. Y deduzco de la misma, que aún hay problemas organizativos y de control en esa entidad, tan mencionada aquí durante años con denuncias de ciudadanos que han sido víctimas de sucesos parecidos, bajo distintas direcciones de Aerovaradero.

Ojalá la actual dirección de Aerovaradero pueda vencer todos esos problemas y cumplir con lo que expresa en el último párrafo de su carta. Porque, a ciencia cierta, al final ninguna indemnización en el origen de la carga en el exterior puede «minimizar los inconvenientes y daños provocados», cuando se desaparece un bulto con medicamentos que le urgen a un matrimonio de septuagenarios.   

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