Acuse de recibo
Iván Nápoles Varela (Ermita 234, entre San Pedro y Auditor, Plaza de la Revolución, La Habana) cuenta que desde los primeros días de noviembre, tienen en esa cuadra, específicamente en el jardín de ese edificio, un salidero de aguas albañales que constituye un peligro potencial para la salud de los vecinos.
«De más está decir, señala, que hemos pedido, reclamado, solicitado a todas las entidades correspondientes, la situación en la que nos encontramos; sin que, ni por casualidad, hayan venido ni siquiera a valorar el problema.
«Nos preguntamos en qué otros trabajos podrían estar ocupados, si nosotros llevamos ya más de dos meses en esta situación, y vemos que por los alrededores también hay salideros de aguas albañales que afectan a toda la comunidad. Por ejemplo, hay la misma situación en esta misma calle San Pedro, en el punto de Etecsa que está a solo tres cuadras y media.
«¿Es necesario que se sigan enfermando personas por esta razón? ¿Tenemos que esperar a que se mezclen las aguas por estas roturas y el daño sea peor? ¿Por qué dejamos que todo llegue a situaciones extremas?», concluye.
Emilia Rodríguez Rey (Auditor 465, entre Cocos y Clavel, apto. 6, bajos, Cerro, La Habana) escribe desesperada después de haber ido a diferentes instituciones del Estado para plantear la situación que presenta en su casa hace más de dos años.
Resulta que un edificio cercano, sito en Cocos 209, entre Auditor y San Pablo, en el mismo Cerro, tiene la línea de agua albañal caída, y como resultado el patio de Emilia permanece lleno de heces fecales. Y nada se ha resuelto por parte de la Dirección Municipal de la Vivienda. La situación es ya tan exasperante, que esas aguas pútridas casi llegan hasta la sala del hogar de Emilia.
Ella precisa todas las instituciones locales a las que han acudido: Policlínico Plaza, Dirección Provincial de Salud, Dirección Municipal de Vivienda, entre otras. Y siguen sin respuesta ni soluciones.
Jorge Rodríguez Rizo (Zapotes 325, entre San Julio y Durege, Santos Suárez, Diez de Octubre, La Habana) relata que desde la madrugada del 12 de enero, producto de las lluvias de esos días, se produjo una tupición que provocó que las aguas albañales retornaran hacia las viviendas de los vecinos.
Y al amanecer de ese propio día se reportó la situación a Aguas de La Habana y a Saneamiento Básico. En la madrugada del 13 de enero volvió a llover y aumentó el retorno de las aguas albañales hacia las casas.
«Sucede que por ser mi casa la más baja, afirma, la línea interna se mantiene llena. Y no se puede utilizar el servicio ni la poceta para bañarnos. Además, la presión del agua ya sale por el piso del patio. Debe haber reventado la línea».
Listy Ariosa Concepcion (Leoncio Vidal no. 1, entre Raúl Lara y Carretera a Remedios, Camajuaní, Villa Clara) cuenta que su esposo Félix Sánchez Fuste, supervisor integral de precios en el municipio, va a ser separado de su cargo por no haber aprobado un examen realizado por la Dirección Integral de Supervisión (DIS) Provincial.
Precisa que el examen fue hecho el 21 de enero pasado. Y la especialista provincial que lo aplicó les había garantizado a todos el derecho a que, en caso de suspensión, pudiera programarse una revalorización.
«Pero el director provincial de la DIS le comunicó que no había revalorización, y que a partir del 31 de enero causaría baja de su empleo».
Listy considera que el trabajo en la sociedad socialista es un derecho, un deber y un motivo de honor para cada ciudadano. Y cuestiona que se separe de su cargo a un trabajador con más de 17 años de experiencia, por demás convaleciente de la COVID-19 severa, y luego de certificado médico más de cuatro meses, porque aún subsisten lesiones severas en ambos pulmones.
Y este redactor añade: Si es un buen trabajador, ¿no habría forma de prepararlo mejor y salvarlo, antes que despedirlo bruscamente por un examen? Quien decidió medida tan extrema, ¿nunca suspendió un examen escolar?