Acuse de recibo
El pasado 23 de julio, y desde la capital, Felipe Felipe denunciaba la creciente tendencia en las tiendas en moneda nacional de redondearle al cliente el precio de venta para no devolverle el menudo de vuelto.
Contó que en la tienda El Danubio, de 23 y 26, en Vedado, ha sufrido ese escamoteo del dinero fraccionario. Y precisaba que allí, al pagar el 21 de julio dos pomos de aceite, por valor de 97.50 pesos, la cajera le dijo que eran cien.
Al reclamar Felipe, la empleada le respondió que no tenía menudo. Felipe insiste en que eso mismo le había sucedido allí en otras ocasiones. Entonces, la cajera le dice a otra empleada que está entregando el aceite, que le dé un peso al cliente. Y esta se lo tira de mala gana, cuando en sí debía devolverle 2.50 pesos.
«Me cuestiono si el responsable de esa tienda tiene conocimiento de lo que está pasando, afirmaba Felipe. Espero que esta queja lo indigne un poco y vayan al Banco por menudo y cobren lo debido. Estoy jubilado con 72 años y para mí cada centavo cuenta», concluía.
Al respecto, responde Amauris Mercader, gerente general de la Sucursal Habana Este de Cimex, que «se hizo un análisis con todos los trabajadores de la unidad de forma minuciosa y justa, según los elementos y las pruebas que arrojó la investigación realizada; y que fueron en presencia del cliente.
«Resultó que la compañera trabajadora, Naya de la Caridad Fabré Hernández, dependiente de la tienda El Danubio, incurrió en violaciones al derecho del consumidor denunciadas por el cliente».
Añade que el consejo de dirección del Complejo Plaza y la dirección de El Danubio analizaron los hechos, y se le aplicó a la trabajadora medida disciplinaria, consistente en una amonestación pública delante del colectivo de trabajo; pues la compañera no tenía antecedentes de indisciplina laboral, fue receptiva e hizo compromiso moral de no incurrir de nuevo en hechos como ese.
«Sin que se le reste responsabilidad a la violación cometida, precisa Mercader, es cierto que en momentos ha existido déficit de monedas fraccionarias para dar los vueltos; situación ante la que se adoptan las medidas organizativas y de exigencia a Trasval, para el cumplimiento de los rembolsos solicitados por las unidades».
Agradezco la respuesta, y ojalá las amonestaciones surtan efecto ejemplarizante, como he dicho ante reiterados casos en que la medida es similar. Pero en esta historia hay varias violaciones irrespetuosas: las de la empleada que pretendía cobrarle a Felipe cien pesos cuando eran 97.50, y ante el reclamo del cliente le informó a este que no había menudo. La de decirle a otra trabajadora que le entregara un peso al reclamante, cuando reclamaba los 2.50 que le correspondían. Y la de la segunda empleada, que le tiró con mala gana el peso.
Y si ha habido déficit de monedas fraccionarias para los vueltos, eso no es argumento para lo que sucedió. De no haberse publicado el caso, ¿se adoptarían «medidas organizativas y de exigencia a Trasval para el cumplimiento de los rembolsos solicitados en las unidades», algo que debía estar garantizado sistemáticamente, por respeto a los clientes? Nada menudo es el asunto del menudo.
Quizá esta sea la queja más escueta y dura que haya reflejado en esta sección. Y aunque le faltan elementos, es tan fuerte, como un llamado de auxilio, que no puedo darle de lado. Todo parece indicar que debajo de la punta de ese iceberg, hay un témpano de desatención e indolencia:
«Soy Pedro Vasallo Leyva. Mi dirección: calle Antonio Maceo no. 11, Pilón, Granma. Soy derrumbe total de vivienda. Desde hace 16 años estoy encamado, y me amputaron un brazo, porque tenía cáncer. Mi mujer tiene problema en la vista y no oye. Ambos tenemos 76 años. Solo nos vendieron 15 tejas, y a los 15 años nos vendieron 15 más. La facilidad temporal se moja. No se puede estar dentro. Espero respuesta. Gracias».
¿Quiénes son los responsables de tan triste olvido?