Acuse de recibo
Jean Pierre Alemañy Betancourt, con dirección oficial en calle Luz, No. 251, entre Damas y Habana, La Habana Vieja, y residiendo actualmente en Máximo Gómez 23, entre Facciolo y Ceulino, Regla, en la propia capital, escribe desesperado por un absurdo que le persigue, y le impide obtener un empleo cuando necesita trabajar como nunca antes.
Cuenta que laboró como trabajador por cuenta propia en una cafetería hasta inicios de 2020, cuando se declaró la COVID-19 en el país y la cerraron. Aun así, no ha dejado de pagar mensualmente su tributo a la ONAT ni la contribución a la seguridad social.
Jean Pierre se ha mantenido en su localidad apoyando como mensajero de mandados para personas vulnerables. Y lo hace de forma gratuita, lo cual se puede verificar con la delegada del Poder Popular de su circunscripción. Incluso, en estos momentos se encuentra apoyando en la repartición de los módulos gratuitos provenientes de donaciones internacionales a Cuba.
Y durante todo este tiempo, él ha intentado incorporarse a algún centro laboral estatal, y le ha sido imposible. La razón es que, en las verificaciones que habitualmente se hacen para ello, le sale un hecho de «portación de arma blanca» en el registro policial.
Refiere que tal suceso ocurrió cuando trabajaba en la cafetería: regresando a su hogar a las 12 de la noche, lo interpeló un patrullero. Y al revisar su mochila, lo que halló fue un pozuelo, un termo de agua, un paquete de toallitas húmedas y la cuchilla con la cual abría las cajas de refresco, de cervezas y otros productos en su trabajo.
«No tengo ningún antecedente penal, afirma. En mi localidad nunca he tenido ningún problema, tampoco en mi dirección anterior. Todo esto puede comprobarse.
«Intenté comenzar un curso para laborar como inspector estatal. Me pidieron que presentara recomendaciones en mi localidad, del CDR, PCC, de la delegada, de un miembro de la PNR. Y una vez más, con mis antecedentes penales limpios y las recomendaciones, sin ningún problema, volvió a salir en el registro policial el tema de “portación de arma blanca”, por lo cual no pude comenzar el curso.
«Necesito trabajar. ¿Adónde me dirijo? ¿Con quién tengo que hablar? No puedo entender que por algo como eso se le pongan trabas a una persona», concluye.
Belsi Abreu (calle Cristo, No. 8 B, entre 5ta. y Final, Santa Cruz del Sur, Camagüey) cuenta una historia de vulnerabilidad extrema, como para seguir de cerca y ayudarla con todas las fuerzas. Relata que es madre de una joven de 33 años que padece parálisis cerebral, retraso mental severo, epilepsia y debilidad visual.
«Por tal motivo, expresa, nunca pude trabajar, y me dediqué al cuidado de mi hija. La traje cinco años en brazos, hasta que aprendió a caminar. Hoy tengo dos vértebras de la cervical comprimidas de tanta fuerza que hice. Tengo artrosis cervical también. Todo eso me inflama esa zona. Cuando estoy en crisis no puedo levantar los brazos.
«En julio de 2020 pedí de favor a Juana, la compañera de Atención a la Población en el Gobierno municipal, que tramitara mi necesidad de adquirir una lavadora. Me pidió un número de teléfono para llamarme, y nunca me dio respuesta.
«Ahora en 2021 vuelvo a solicitar ayuda para que me valoren la lavadora en moneda nacional, pues es la única entrada económica que tengo, de una chequera que me da Asistencia Social. Hoy 6 de agosto fue la última vez que hablé con Niurka, de Atención a la Población del Gobierno, desde mayo que estoy pidiendo de favor que valoren mi caso.
«Mi hija es como si fuera un bebé: Se orina y se defeca en la ropa, que tengo que lavarla primero con bastante jabón, luego pasarla por agua con cloro, y por último agua y jabón otra vez», concluye.
¿Es tan difícil ponerse en el lugar crítico de esta señora y sensibilizarse con su problema? Cuando vuelvan a venderse equipos eléctricos por crédito en moneda nacional, como se informó recientemente, Belsi debía estar en la prioridad uno. Mientras tanto, ¿el Gobierno municipal no tiene una solución solidaria provisional para esa madre?