Acuse de recibo
Mirta de los Ángeles Rosales Cabrera (calle Abelardo Castro, No. 33, Maffo, Contramaestre, provincia de Santiago de Cuba) confiesa que lleva mucho tiempo sufriendo los desmanes sonoros del cercano centro nocturno El Tokío.
Cuenta que allí la música estridente, a elevados niveles de volumen, es una constante hasta altas horas de la noche. Y cuando está cerrado, el custodio de ese centro es quien vende las bebidas alcohólicas, y los compradores se encargan de poner la música.
Mirta, que es educadora en una escuela primaria, no puede dormir. Se levanta cansada y estresada, lo cual está afectando su trabajo con los niños. Y a ello se agrega que tiene serios problemas de salud: hipertensa y cardíaca.
Como si fuera poco, revela que hay por allí una piquera de coches con caballos, en la que se reúnen todo tipo de personas a ingerir bebidas alcohólicas y a proferir palabras obscenas, sin contar las peleas que se generan en este lugar.
Ella ha llamado a la Policía y esta no acude. Ha hablado con el jefe de Sector de la Policía, y nada se resuelve. «Me siento indefensa, confiesa, porque los encargados de hacer cumplir el orden son muy insensibles».
Una más, entre tantas denuncias sobre impunidad sonora que se publican aquí. ¿Hasta cuándo? Estamos enfrascados ahora en el bienestar animal, pero el de su especie superior, el ser humano, sigue pendiente.
Luis Cammañ Hernández (Avenida 31, No. 8022, La Salud, Mayabeque) trae hoy el recuerdo de su hermano Renier Cammañ Hernández, aquel jovencito que apenas triunfó la Revolución en 1959 se incorporó a su defensa.
Refiere que en su breve existencia, Renier participó en la acción que evitó el secuestro de un avión hacia Estados Unidos; y posteriormente murió mientras hacía guardia, a consecuencia de un tiro que se le escapó a un compañero.
En 1962, añade, como homenaje se le confirió el nombre de su hermano a la Escogida de Tabaco de La Salud, y así aparecía a la entrada de esa unidad. Lo que le duele a Luis es que hace unos dos años, cuando comenzó a repararse dicha escogida, el nombre le fue retirado.
«En reiteradas ocasiones, afirma, hemos reclamado junto al pueblo que el nombre de Renier vuelva a aparecer en la fachada, como una forma de preservar nuestra memoria histórica. Esperamos que al fin esta situación se resuelva».
Por más dificultades y problemas que tengamos, «un país mejor es posible», manifiesta Víctor Orlando Venero Torres, residente en la finca Los Alpes, El Pío, en el municipio matancero de Jagüey Grande.
Y lo dice por la satisfacción y la gratitud que le embargan, desde que, hace unos días tuvo que hacer algunas gestiones en las Cadeca del Trece plantas y de la calle Medio, ambas en la ciudad de Matanzas.
Señala que en ambos sitios recibió un trato de excelencia y profesionalidad de ambos colectivos, que sienten un gran amor y mucho respeto por la labor que desempeñan prestando servicios.
«Me llena de mucha alegría saber que en nuestro país hay trabajadores que aman lo que hacen, y lo hacen bien. Y ese amor lo comparten con el cliente, con buen trato. Para esos dos colectivos mi respeto y admiración», concluye.
Y Eduardo Blanca Tolosa (Edificio 2, apto. 1, entre B y C, reparto Previsora, Camagüey) felicita a la joven abogada Danny María Rivero Reyes, del Bufete Colectivo 3 de la calle Cisneros, en esa ciudad; luego de que necesitó de sus servicios como abogada en un trámite de vivienda.
«Y muy denodadamente, afirma, y sin la sombra del burocratismo, con un trato exquisito y deseo de hacer las cosas bien, felizmente para mí, y de manera expedita, ya tengo el título de propiedad de la casa donde vivo, a mi nombre.
«Siento orgullo de que en mi Camagüey tengamos una eximia profesional como Danny María. La abogacía de mi ciudad debe ufanarse de la excelente profesional y persona que es», termina.