Acuse de recibo
El pasado 16 de mayo, reconocí la atención a los afectados por el tornado del 27 de enero en la capital, y al propio tiempo revelé la queja puntual del damnificado Francisco Jiménez Sargentón, de San Antonio 144-B y Final, Guanabacoa.
Contaba Francisco que vive solo, y le asignaron un subsidio para restañar el daño a su vivienda. Hizo los trámites, y cuando llegó al rastro El Tranvía, el 10 de febrero, había los materiales, pero no la pala mecánica para distribuirlos.
Él consiguió una por su cuenta en tres ocasiones, y ni así pudo cargar los suyos. La primera vez fue muy rápido y estaban despachando a otro beneficiario de subsidio. Y las otras dos veces, no había allí camión de volteo. En marzo, al fin le entregaron los bloques y el acero, pero le faltaban los áridos y el cemento.
«En esta contienda de constante peloteo —decía— me enfermé. Tengo que decir que la mala suerte se ensañó en mí. Ya hace un tiempo que no hay camión, cosa que conspira contra el despacho. Y los materiales escasean. (…) Existen varios casos similares al mío», concluía Francisco.
Al respecto, responde Laura Estrada Pedroso, directora municipal de la Vivienda y vicepresidenta en funciones para las Construcciones del Consejo de la Administración Municipal, que «en la tienda de materiales estaban basificados recursos materiales, constructivos y transportación; por lo que el damnificado debió dirigirse al funcionario de la Dirección de la Vivienda ubicado en la tienda de materiales que fungía como gestor, para evitar lo acontecido. Y no tenemos reportada inconformidad al respecto».
Añade que Francisco fue uno de los primeros beneficiados con el subsidio en su Consejo Popular, y no se presentó en la oficina de trámites ante los funcionarios designados para dar a conocer su situación. Y afirma que, ciertamente, en un inicio no se asignaron los constructores que debían ejecutar la obra, pues se fueron designando los consejos más afectados (El Roble, Chibás y Villa II. Y en el Consejo de Francisco, se priorizaron brigadas constructoras primero para casos con mujeres embarazadas, menores con padecimientos médicos y discapacitados.
Precisa la situación compleja de la recuperación: no contaban con toda la capacidad constructiva requerida, enfrascados como estaban en la reparación de 42 edificaciones con 270 apartamentos por la vía estatal, así como 151 derrumbes totales en el municipio, que requerían también fuerzas constructoras.
Manifiesta que Francisco, quien además estuvo largo tiempo enfermo, ya posee los principales recursos para comenzar la obra, y se le asignó el ejecutor que la asumirá, la cooperativa 28 de Enero, la cual ha concluido con calidad otros trabajos en el territorio. Y se mantiene una integrante del Consejo de la Administración Municipal como gestora del subsidiado, quien lo ha visitado y tiene pleno conocimiento de sus necesidades y recursos demandados.
«Solo resta dar el debido seguimiento a la ejecución de la obra y control de los recursos materiales, refiere, así como garantizar poner a su disposición los beneficios que el Estado ha brindado a los damnificados del desastre natural. Por lo que será premisa el bienestar de la población, y que su vivienda quede como prevé la Constitución: una vivienda adecuada».
Agradezco la respuesta, con todos los elementos que dan a entender la compleja situación que se vivió en la tarea titánica de ayudar a tantos damnificados a restañar sus daños, con lógicos niveles de prioridades. Pero el reconocimiento de lo que se ha hecho y se hace aún, no impide dar algunas consideraciones.
Francisco, hombre solo, no precisamente joven, no cuestionaba la demora en las obras, si no las irregularidades y peloteos en el rastro, en cuanto a la entrega de materiales a los subsidiados. El hecho de que él no se haya dirigido al funcionario de la Vivienda que fungía allí como gestor, ni que aparezca reporte alguno de su reclamo, no puede sellar el análisis de la historia; porque aún así él estuvo yendo allí persistentemente, y buscando soluciones por su cuenta.
Podría uno invertir el análisis también, desde la perspectiva de un hombre solo, damnificado, y que, además, enfermó largo tiempo: ¿Por qué esos funcionarios, que estaban allí para dar una atención esmerada a personas laceradas por el trágico fenómeno, no pudieron detectar y atender esos casos, y al menos explicarles la tensa situación? Más que el elemento de si Francisco vio a quien debía ver, o notificó su queja en un papel, lo importante era explicar por qué no estaban todos los materiales, o no siempre había en el rastro el equipo necesario. Suerte que Francisco ya está encaminado; seguro él lo agradece.