Acuse de recibo
«Tengo 40 años y nunca había visto nada igual», se duele el villaclareño Yoel Candelario Darias (Carretera de Sagua, Km 12, s/n, Santa Clara). Y narra que en la terminal intermunicipal santaclareña, específicamente en la piquera de taxis, ha «chocado» con un ser humano impedido físico, que no camina, en malas condiciones higiénicas, con moscas y otros insectos a su alrededor y que, a todas luces, no ha encontrado la ayuda que para casos como este tiene previsto nuestro sistema social en casas del deambulante, hogares de ancianos y otros espacios.
«Mire, yo le llevé una camisa mía y una toalla y lo que he hablado con él fue para preguntarle si se dejaba ayudar, y me dijo que sí. Pregunté a otras personas que son de allí y dicen que él no es de aquí, que no tiene a nadie. Se pasa el día tirado boca arriba, sin poder virarse, hecho caca, orinado», describe con dolor Yoel. Y agrega que el desvalido tiene una hernia visible, de gran tamaño, que necesita igualmente atención médica con premura.
Yoel ha llamado a Salud, a Higiene, al 104, a autoridades administrativas y políticas del territorio y no aparece la solución con la rapidez necesaria. Y apunta el lector que muchos transeúntes indolentes se regodean con el espectáculo y tan solo ¡le tiran fotos! ¿Nadie ve y siente que urge apoyar y enrumbar cuanto antes a este ser humano?, reflexiona el remitente. No hace falta decir más. Ayuda, ¡ya!
¿Qué pasa con su consumo?, nos preguntábamos aquí el 22 de julio de 2017, glosando la carta de Juana Teresa Mora Landa (Calle Federico Escobar, entre Leoncio Vidal y Juan Martín Vega, Edif. 15, Apto. 15, 3er. piso), quien estaba alarmada por el alza de su factura eléctrica.
No entendía la remitente la elevación desde unos 16 o 17 pesos hasta 37.20, justo en el mes en que había recibido la balita de gas licuado. Además, tenía otros equipos rotos o con poco funcionamiento.
Al respecto contestó el 6 de diciembre pasado Rubert Reynaldo González, director general de la Empresa Eléctrica en Villa Clara. Argumenta el directivo que en el análisis histórico del consumo de la clienta, se constata como promedio mensual 167 KWh, equivalente a $34.80, cifra que «debe descender a partir de la adquisición del gas licuado y la consecuente disminución del uso de la hornilla eléctrica». De hecho, el funcionario anexa los consumos de junio, julio y agosto de la villaclareña y estos son de 17.40, 18.30 y 20.70 pesos, respectivamente.
La queja de Juana Teresa venía específicamente por el «levantón» en mayo (37.20), correspondiente a la energía consumida en abril. Cuando fue visitada por la funcionaria de la Empresa Eléctrica Provincial que atendió el caso, la clienta admitió estar consciente «del uso prolongado de la hornilla eléctrica» en el mes de marras, pues «el centro de asistencia social que le brinda almuerzo no se encontraba trabajando». La veterana quedó conforme con la atención brindada y orientada respecto al análisis individual de su consumo, apunta el Director, cuya misiva agradezco.
«Después de varias veces sufrir la impotencia de ser bajado de algunos taxis ruteros de la ruta San Agustín-La Habana me he decidido a escribir ya que los choferes de estos autos operan como si fuesen dueños de los mismos», escribe con pesar Alejandro Braña Hernández (Pasaje A No. 102 e/ Universidad y Pedroso, Cerro).
«Es difícil alquilar algunos de estos taxis cuando de viajar hasta la cabecera final se trata —agrega el remitente—. Si los alquilas hasta La Habana, muchos te dicen que van solo hasta la Lisa y si estás en La Habana (Parque Central) y quieres ir hasta La Lisa, te dicen que van solo hasta el Cerro. Es lógico que cobrar por tramos de cinco pesos les da más negocio que hacer una carrera completa, pero ¿quién protege al pueblo trabajador que tiene que viajar de un lugar a otro de la ciudad? ¿Hasta cuándo van a operar impunemente estos choferes, burlándose de las personas?», razona el habanero.
No es la primera vez que el tema sale en estas páginas. Y al parecer no será la última. El asunto, nada sencillo, tiene múltiples determinantes de índole económica, en un servicio que no acaba de satisfacer la enorme demanda de transportación de la ciudad. Muchas soluciones paliativas, de orden y control, funcionan apenas unos pocos días. ¿Cuándo llegarán las estrategias sostenibles que pongan freno a los «superlistos» y resuelvan de una vez la carencia de muchos?