Acuse de recibo
A veces uno se pregunta por qué, si se alerta públicamente una y otra vez de determinados problemas y circunstancias negativas; sigue sin aparecer la solución. Claro, podrá argumentarse que identificar una dificultad es más fácil que resolverla. Pero también, digámoslo en buen cubano, hay que agarrar los dilemas por los cuernos y, de una vez, destarrarlos.
En fin, elucubraciones de periodista «luchoso» cuando recibe cartas como la de Abel Martín Morabe (calle 20 No. 162, entre 10 y Zenea, Estrella, Céspedes, Camagüey). Escribe Abel a nombre de un grupo de campesinos de la CCS 26 de Julio, al norte de Esmeralda, en la zona conocida como Corea.
Sucede que las áreas de arroz de estos montunos están siendo destruidas por cientos de búfalos, que «se encuentran sueltos a campo abierto», denuncia el remitente. Los violentos animales —apunta— proceden de áreas «de la Empresa Agropecuaria Bolivia, de la provincia de Ciego de Ávila, los que se escaparon de sus potreros en los primeros años del siglo XXI, se multiplicaron y en estos momentos son numerosos»...
En 2012 destruyeron 26 caballerías al lugareño Abdel Martín Taboada y los inspectores de la Delegación de la Agricultura de Esmeralda valoraron los perjuicios en 300 000 pesos, según evoca el agramontino. Y detalla que se reclamó a la mencionada Empresa avileña, pero «esta se negó a pagar los daños, alegando que el Estado había soltado un número indeterminado de búfalos a campo abierto, y que los animales que hacían daños no procedían de sus áreas».
El asunto es que las bestias de origen foráneo han seguido destrozando y ya algunos campesinos casi se han dado por vencidos, al ver que las denuncias se suceden una tras otra y no se ejecuta un freno a la calamitosa situación, refiere el camagüeyano.
«Cuando un campesino pierde una caballería de arroz, destruida por los búfalos, ni puede pagar al banco el crédito que se le dio para sembrar el cultivo (…). Pero como que tiene que seguir sembrando para pagar la deuda (…) y no se le da más crédito (…), tiene que caer en manos de prestamistas (garroteros de la peor especie), que le cobran un interés del cien por cien de préstamos, más la mitad de la cosecha de arroz (si los búfalos le permiten cogerla)…», describe con pesar el remitente.
Asimismo, enfatiza, cuando se devasta una caballería de arroz con un rendimiento medio, están dejando de producirse y llegar a la población 40 toneladas del valiosísimo producto. ¿Acaso nadie se inquieta por esto?
También desde Camagüey, específicamente desde Ignacio Agramonte No. 308, escribe Graciela Fandiño Ramírez, quien en el mes de mayo de 2016 presentó una queja, pues en el bulto postal que recibió entonces faltaba un par de zapatos que le habían enviado. Hasta el día de escribirnos (su carta está fechada el 4 de enero, y llegó el día 20 a JR) no había recibido respuesta alguna de Correos de Cuba.
«Yo he sufrido en múltiples ocasiones faltantes y ahora desde julio (2016), me enviaron un bulto de Polonia que ¡nunca llegó!». Aunque sobre este último no aclara la remitente si estableció reclamación a la empresa.
Adjunta a su misiva, la lectora, el acta original de su reclamación en la unidad de Correos, en mayo pasado.