Acuse de recibo
Parece ser lo de nunca acabar lo de José Luis Pierre y demás vecinos del edificio 14, entre Yara y Mariel, en el reparto Víbora Park, del municipio capitalino de Arroyo Naranjo, contra las indisciplinas y excesos en torno al establecimiento de Recuperación de Materias Primas situado frente a aquel inmueble. Y tiene que acabar para la paz y tranquilidad de aquellas personas.
Pierre denunció por primera vez en esta columna el 25 de noviembre de 2015 el tormento en que se había convertido para los vecinos de ese inmueble el establecimiento de Recuperación de Materias Primas que, al frente, compra y recolecta material reciclable. A cualquier hora del día y la noche camiones arrojaban estrepitosamente materiales, para molestia de los vecinos, quienes también sufrían los escándalos de los recolectores concurrentes, que hacían largas estancias, y el vertedero de lo que no clasifica en plena acera y en plena vía.
El 25 de febrero de 2016 respondía aquí Jesús O’Farrill Fernández, director general de la Empresa de Recuperación de Materias Primas de La Habana, que se habían reunido con Pierre para evaluar los problemas y buscarles solución, al tiempo que hubo un intercambio de criterios con el jefe de Sector de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y el presidente del Consejo de Vecinos del edificio.
Aseguraba O’Farrill que la Empresa acordó organizar un ciclo de recogida estable, para mantener esa casa de compras con inventarios mínimos de materias primas, y asegurar efectivo con el propósito de lograr mayor estabilidad en el servicio de compra. Y se firmó un acta de colaboración entre la dirección de la Brigada de Recuperación Territorial de Arroyo Naranjo y la PNR del sector donde se encuentra la casa de compras, para velar por el orden, el correcto comportamiento en las áreas aledañas a la instalación y la tranquilidad de los vecinos.
También, acotaba, se sostuvo un encuentro con clientes que llevan desechos reciclables a vender allí, para evitar afectaciones a los vecinos. Se les indicó que los productos que no reúnen los requisitos de calidad para ser vendidos deben ser retirados por los mismos recuperadores.
Entonces, este redactor planteó: «Ojalá que con las materias primas se recuperen también para siempre la disciplina y el respeto. Para ello habrá que darle seguimiento y control sistemático a lo acordado, porque de lo contrario resurgirá la tendencia al caos y al desorden, tan recurrentes en nuestra vida cotidiana».
En estos días Pierre volvió a escribirme para contar que al otro día de lo publicado, empezaron a recoger algunos escombros de los alrededores y la recolección de materia prima se empezó a hacer dentro de la entidad, tal y como él había propuesto. No se tiraron más metales y las cosas empezaron a mejorar.
Pero al cabo de un mes, si acaso, volvieron a las mismas, resalta. Lo mismo hasta hoy. «Todavía siguen viniendo camiones, tractores con vagones a cualquier hora de la madrugada y del día a vaciar cualquier cantidad de escombros metálicos en medio de la calle, y hasta sobre la acera también. Todavía siguen haciendo lo incorrecto. ¿Por qué? ¿Acaso no valemos? ¿Acaso somos indiferentes? ¿Tenemos que seguir tolerando tal insulto?».
Y sitúa ejemplos: hace varios días un camión estatal volteó un número considerable de metales, haciendo un gran estruendo. El chofer del mismo, por tal de que no le cogieran el número de chapa, al marcharse se fue con la cama totalmente levantada y rompió varios cables de teléfono que están enganchados a la caja telefónica del poste de enfrente, los cuales alimentan a varios clientes, quienes quedaron incomunicados por varios días.
Otro ejemplo: Pierre llega a su casa extenuado a las 8:00 a.m., pues es músico y trabaja hasta altas horas de la madrugada. Ya hay dos personas dando martillazos en plena calle, para desbaratar las piezas de metal que tienen que vender.
Este redactor se pregunta dónde quedaron la palabra empeñada de la Empresa de Recuperación de Materias Primas, los convenios hechos con la Policía y las promesas de tantos factores. Y pregunta si una entidad de ese tipo debe estar en un área residencial, frente por frente a la intimidad y la paz de tantas personas.
Persistente, Pierre concluye afirmando: «Tenemos que hacer algo al respecto, tenemos que lograr que se nos respete; fotos y videos tengo para apoyar enérgicamente y con los ojos cerrados todo lo que digo. Porque esto ¡tiene que parar!