Acuse de recibo
Osier Sorí Cruz (Cristo 31, altos, entre Muralla y Teniente Rey, Habana vieja, La Habana) refiere que en los bajos de esa edificación hay un almacén de la Empresa de Recuperación de Materias Primas, al cual tributan muchos recolectores. Y está afectando a los vecinos.
No pueden dormir en paz, señala, pues esas personas se posesionan de las aceras desde la noche, para esperar la apertura del local al otro día. Se registran peleas, gritos, aplastamiento de latas, conversaciones en alta voz y golpes en las puertas, además de ingestión de bebidas alcohólicas. Y realizan sus necesidades fisiológicas al pie de las puertas. También vierten frente a esas casas los restos de líquidos de latas y botellas. Y dejan botados en la calle materiales que no les aceptan, como cartones mojados y botellas rotas, además de bolsas rotas y residuos malolientes.
Señala que hay moscas, mosquitos y cucarachas, debido a las latas, botellas, cartones y otros materiales que guardan en dicho almacén, lo que representa un peligro para la salud de esas familias.
Cuando llega el camión de la Empresa a retirar la materia prima comprada, precisa, se detiene la compra. Y los que pretenden vender materiales permanecen en las dos aceras con todos sus bultos, esperando que el camión se vaya.
Desde agosto de 2015, refiere, se registra una nueva modalidad. Los vendedores de materiales están días enteros con sus paquetes en la acera y la calle, esperando que el almacén tenga dinero para comprarles sus productos. «Consideramos que un local destinado a la compra de materias primas, apunta, debe ubicarse en un lugar donde no afecte la tranquilidad de la población».
Afirma que se han dirigido en varias ocasiones a la Empresa de Recuperación de Materias Primas, la delegada, el policlínico y la dirección municipal de Salud Pública.
Varios vecinos lo han planteado en las asambleas de rendición de cuenta, y la respuesta es que la recogida de materias primas es tarea priorizada.
«No dormimos con tranquilidad», dice Osier. «Y además se está dañando la higiene y la salubridad de un número considerable de personas, en contraposición a las orientaciones del Ministerio de Salud Pública», concluye.
Isanie Reyna Ramírez (Concepción de la Valla 65, apto. 7, entre Lealtad y Campanario, Centro Habana), despachó por Ferrocarriles de Cuba en la capital una cama, incluyendo el colchón, por expreso hacia Las Tunas.
Allí le entregaron un comprobante con el número 116778. Y después de muchas gestiones y presentarse en varias ocasiones, la cama salió para su destino en la casilla C: 7236, el día 17 de diciembre de 2015.
El 28 de diciembre de 2015 comenzó una odisea, al presentarse su padre en las oficinas del Expreso en Las Tunas: le comunicaron que ese bulto no se encontraba; que fuera después.
Isanie lo llamó y le dio los datos para que hiciera la reclamación. Y al regresar su padre el 5 de enero con la documentación a las oficinas, le volvieron a contestar que el bulto no se encontraba todavía.
El 15 de enero su papá pidió hablar con el administrador, y este le contestó: «El problema es que esa casilla se encuentra en Holguín junto con otras cinco, y hasta que no lleguen no se puede hacer nada, pero no se preocupe, que eso no se pierde y puede tardar hasta seis meses».
«¿Entonces —cuestiona Isanie— mi abuela tendrá que seguir esperando por la ineficiencia de cuántas personas para recibir su cama? ¿Cuántos estarán en el mismo caso mío? ¿Cómo se puede tratar con tanta tranquilidad y frialdad un tema tan sensible?»