Acuse de recibo
A usted y a mí nos ha pasado muchas veces esto que cuenta el pinareño Dayán Meléndez Acosta (carretera Panamericana km 5, comunidad El Jíbaro, San Juan y Martínez, Pinar del Río). Y lo que nos preguntamos es por qué sigue ocurriendo.
Narra Dayán que en las tiendas recaudadoras de divisas de su provincia los paquetes de pollo que se vendían habitualmente, contentivos de muslos y contramuslos, en los últimos tiempos están escaseando mucho, y cuando salen a la venta resulta casi imposible «atraparlos» entre molotes y acaparadores que los compran por cajas.
Refiere el remitente que en los meses de agosto y septiembre solo hubo en algunas ocasiones, pero que no duraba más de un par de horas. «Al preguntar a dependientes y trabajadores de estos lugares solo atinan a decir que no está entrando de Canadá por la gripe aviar, que los contenedores tienen atraso… en fin, muchas respuestas sin argumentación. «Quisiera que los organismos competentes esclarezcan a la población el porqué de la ausencia de este producto», apunta el remitente.
Lo mismo quisiera este redactor y seguramente muchos lectores. Porque si bien es comprensible que en algún momento por disímiles dificultades no exista determinado producto, lo que sí se va tornando cada vez más inaceptable es que falte la información oportuna al respecto.
El pollo de este arroz con pollo no es el vacío del objeto X, sino del dato que lo comunique. Y esas explicaciones, derecho ciudadano, no hay que importarlas de ninguna parte.
Desde Jesús R. Lanza No. 6, entre Céspedes y Martí, municipio de Cifuentes, nos escribe la villaclareña Tatiana de la Caridad Valdés Camacho, para narrar su reciente y «apasionante» aventura a bordo de una guagua interprovincial.
«El pasado 16 de septiembre me dirigía en viaje de Cifuentes a La Habana en un ómnibus Yutong de la Empresa de Ómnibus Nacionales (No. 1088), que cubría la ruta Encrucijada-La Habana. Ya está siendo habitual en esta ruta la llegada tarde, trayendo consigo que el retorno se retrase (…). Pero lo que sucedió el día mencionado fue el colmo», relata la lectora.
«Primero, la guagua estaba rota y no se lo comunicaron a los pasajeros. Una vez que llegamos a Santa Clara se llenó con la lista de espera, como está establecido, y ahí empezó el desastre. Sucede que traía en la parte de atrás el parabrisas con un hueco y luego se terminó de romper. Saliendo del mismo Santa Clara se quedó sin aire acondicionado y entraron todos los gases tóxicos de la combustión», evoca.
Al reclamarle al chofer —añade Tatiana—, este le respondió que las guaguas estaban en muy mal estado, «que estaban de pararlas». «Una pasajera que pagó dos asientos, uno para ella y otro para su hija de siete años, que es asmática, también iba en la travesía. Al notar a la menor con falta de aire, llamé a ese mismo conductor para que la pasaran para un asiento delantero. (…) Ella tuvo que ir con su hija en las piernas todo el camino, porque a esa hora no tenían capacidad para dos. O sea, pagó por dos y viajó en uno», sostiene.
Ante todas estas incomodidades, argumentó el chofer que él no tenía la culpa, rememora la villaclareña. ¿Y acaso la tienen los pasajeros?, se pregunta ella.
No está tan lejano en el tiempo el inicio de los servicios en ómnibus Yutong en nuestro país, momento en el cual se elevaron considerablemente los precios de los pasajes interprovinciales. No es un secreto que constituye un desembolso importante para cualquier trabajador pagar por este servicio y después recibirlo a medias. Si se ha anunciado la política de trasbordar a los pasajeros cuando haya desperfectos, ¿por qué aquí no se cumplió?