Acuse de recibo
Cuando está en juego la vida humana, no hay pretexto que valga para cruzarse de brazos. Siempre tiene que aparecer una solución, por extremas que sean las dificultades. Por esa resistencia a la resignación es que me escribe Aida Rodríguez Estévez, desde calle Santovenia No. 155, bajos, entre Patria y Lindero, en el municipio capitalino de Cerro.
Cuenta Aida que ella, con 77 años, y su esposo, de 82 e impedido físico, se encuentran en una situación crítica, extremadamente peligrosa en su domicilio, provocada por lo que denomina «irregularidades y malos procedimientos» entre la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) y Secons (Demoliciones), situación que considera una falta de respeto y a la cual condujeron la indolencia y, lo peor de todo, la falta de exigencia.
Refiere que el 25 de octubre de 2013 Demoliciones se presentó en la vivienda de los altos con una orden de demolición requerida. Y como el entrepiso entre las dos es de viga y losa, al ejecutar la tarea dañaron sobremanera la planta baja, pues se generalizaron las filtraciones que han dado al traste con su casa.
Los muros de carga y divisorios presentan grietas, y el entrepiso está con inminente peligro de derrumbe. Se han hecho dos dictámenes técnicos, uno por la UMIV y el otro por Secons, que precisan la necesidad de apuntalar urgentemente la casa de Aida. Y también recomiendan un subsidio para la sustitución de su cubierta, y completar la demolición de la de los altos.
Debido al empozamiento de agua, uno de los cuartos de Aida se cayó, y los ancianos tuvieron que apuntalarlo con sus propios medios. Se les mojaron los colchones, televisor, teléfono, ropas, escaparates, cómoda. Y por las aguas que se filtraban, también se producen cortocircuitos en la vivienda, con el daño consiguiente a los equipos eléctricos.
«En diciembre —afirma— fuimos por tercera vez al Gobierno Municipal del Cerro a solicitar entrevista con el Vicepresidente, y nos informaron que hasta enero de 2014 no había Atención a la Población. Y actualmente están cubiertas las citas hasta el mes de febrero».
Precisa Aida que desde diciembre la Directora de la UMIV solicitó al Puesto de Mando de Demoliciones el apuntalamiento. Y hasta hoy Demoliciones contesta que no hay madera para apuntalar.
La señora señala que fue a las propias oficinas de Secons y allí el Director le respondió personalmente que no había existencia de palos en reserva, a consecuencia de los derrumbes que se habían registrado en la capital con las recientes intensas lluvias.
Aida puede entender cualquier argumento, excepto que se agote una solución emergente, que quizá puede hallarse con la cooperación de otras regiones o de decisiones a otros niveles, antes de que se registre una tragedia.
La otra inquietud de la anciana es que, cuando ya demuelan la cubierta de su casa, dónde podrán alojarlos a ellos de tránsito hasta tanto se resuelva lo del techo, pues su esposo es impedido físico y dependiente de un balón de oxígeno debido a su padecimiento respiratorio (conocido como Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, EPOC) y su cardiopatía hipertrófica. Y ella, al igual que él, es cardiópata e hipertensa.
«En la oficina de Albergues —afirma— me iniciaron el expediente, donde se archivó un resumen de historia de ambos. Hasta la fecha estamos en peligro y recibiendo las aguas cuando llueve. A mi esposo lo tengo durmiendo detrás de la puerta de la calle con un balón de oxígeno permanente, actualmente con neumonía severa. Y ya hemos dejado copias en todos los organismos competentes».
Está claro que la situación de vivienda en la capital es muy delicada, incluso la falta de albergues para casos extremos. Pero, fiel a lo que siempre ha sido la preocupación por el ser humano en esta Revolución, lo único inadmisible es que se dejen de apuntalar, no solo con palos, sino también con cuidados y esmeros, a personas que están en el grado mayor de vulnerabilidad. De cara al peligro.