Acuse de recibo
Son varios los autores de esta denuncia: María Elena Abraira, Adalberto González, Alba Rosa Fajardo e Irma Rivas, todos residentes en el edificio sito en Estrella No. 458, entre Gervasio y Belascoaín, Centro Habana, La Habana. Y tienen mucha razón para estar indignados.
Cuentan que el inmueble comenzó a repararse por la Microbrigada municipal en noviembre de 2011. «Muy buen trabajo por parte de los microbrigadistas, que laboraron largas jornadas, señalan. Y los atendimos como si fueran miembros de la familia. Imagine el júbilo que teníamos. Pero la alegría duró muy poco. Pararon los trabajos, y cuando pedimos explicación al jefe de brigada, nos respondió que como estábamos en fin de año, no entraba material hasta el año 2012».
Los vecinos aguardaron pacientemente hasta febrero pasado, cuando reiniciaron sus gestiones, y se toparon con la gran sorpresa: ¡La obra había sido dada oficialmente como concluida!
El problema es que la caseta de la escalera, en lo alto, la dejaron sin techo. Cuando llueve el agua corre por esa escalera, donde están los metros contadores de la electricidad. Ello propicia también la entrada por la azotea de personas intrusas, ajenas al edificio.
El inventario de deudas prosigue: la fachada está sin reparar, el patinejo pésimo, con peligro. No se le aplicó impermeable a la azotea, por lo cual ya abundan las filtraciones. Se trabajó un paredón lateral, pero no se le dio el fino; y al otro no se le hizo nada, por lo cual está en malas condiciones. No se terminó el trabajo en los balcones y, para más, dejaron materiales guardados en un apartamento.
«¿Quién paga la fuerza de trabajo empleada y los materiales utilizados, además del que dejaron en sacos sellados, que no sabemos qué es?», preguntan.
Los firmantes aseguran que se han dirigido en varias ocasiones a la dirección de la Micro en Centro Habana, y no han recibido respuesta. También la ORD (no se precisa el significado de estas siglas) en Centro Habana envió dos técnicos para que defectaran lo que falta por hacer en el edificio, pero todo quedó ahí.
Entonces, narran, se dirigieron al departamento de Atención a la Población de ORD, y desde esta instancia les respondieron que tienen razón en lo planteado, pero alegaron que hubo cambios en el presupuesto y falta la mano de obra en las brigadas constructoras, lo cual ha determinado que en este año solo se trabaje en la construcción de cubículos de tránsito para albergados. Y les informan que pasaron el asunto al Banco de Problemas, para que sea analizada nuevamente su inclusión en los planes de reparación.
«Nuestra inconformidad se basa en que, al unísono de la fabricación de albergues, se reparó un edificio en San Rafael No. 415 esquina a Campanario, el cual se terminó completamente. Y también se empezaron trabajos de reparación en la ciudadela sita en Manrique No. 156 entre Dragones y Zanja. Entonces, ¿cuál es la razón para que nuestro edificio quede en esta situación, y se hayan empezado nuevas obras este año? ¿Es que lo pasado, pasado está?»
Digna Asela Ávila (Calle 210, edificio 5, apto 1, entre 225 y 227, Reparto Fontanar, Boyeros, La Habana) denuncia lo que su familia y otras están sufriendo en el reparto Aldabó, de la capital, con un basurero a la orilla del río que está en Calle Nacional entre Corta y Puente.
«Es increíble cómo arrojan todo tipo de desechos. Vienen hasta camiones a botar de todo. El río no corre ya, y cuando llueve, se desborda. Esa agua maloliente va a parar a las casas, donde hay niños pequeños y ancianos encamados.
«Me preocupa la situación epidemiológica y las enfermedades existentes. Esto se le ha informado a Comunales del municipio, pero solo dan justificaciones de falta de transporte para la recogida. ¿Es necesario que surja una epidemia?».