Acuse de recibo
El pasado 7 de junio reflejé aquí la denuncia de Xiomara Morales, desde Máximo Gómez, en el municipio matancero de Perico, acerca de dificultades de su hijo, Jonel Jiménez Morales, para cobrar lo que le corresponde como colaborador de la Salud, que estuvo desde abril de 2005 hasta agosto de 2010 en Venezuela.
Refería ella que, cuando la citaron el 2 de noviembre de 2010 a la sucursal de BANDEC de Perico, a la cuenta le faltaba una parte del monto. Pero le aconsejaron que cobrara y reclamara el resto del dinero, unos 4 000 CUC.
Desde entonces, las gestiones fueron baldías. Cuatro veces en la Dirección provincial de Salud, y la promesa de que se resolvería el problema. Gestiones incesantes con funcionarios de Colaboración del MINSAP. Cuando llamaba le volvían a pedir sus datos, una y otra vez, a pesar de que en ocasiones anteriores los había dado. Una falta de respeto —alegaba— y nada se resolvió.
Al respecto, responde la Unidad Central de Cooperación Médica del Ministerio de Salud Pública; y ni siquiera un funcionario asume con su nombre y apellidos, el esclarecimiento de caso tan sensible.
Manifiesta esa entidad que enfrenta dificultades para lograr el pago de la estimulación a colaboradores. Y explica que tal situación se origina «por cambios en los mecanismos financieros relacionados con esas operaciones, y dificultades en los sistemas informáticos diseñados para ello en sus orígenes».
Precisa la entidad que de una cifra inicial de 4 000 cooperantes, hoy trabajan en el exterior más de 40 000, y refiere que para la solución definitiva del problema se está concluyendo un nuevo sistema informático.
Adjunta que se trabaja con los distintos bancos cubanos para agilizar, en la medida de lo posible, los pagos atrasados, lo cual debe hacerse «con todo cuidado, para evitar pagos indebidos o afectaciones mayores a nuestros cooperantes».
Y agregan que el mayor deseo es dar feliz término a esa complicada situación, para lo cual trabajan con mucho empeño.
Al margen de que nadie explica personalmente el asunto, urge que se resuelvan con agilidad y premura, las trabas que entorpecen el cobro de la estimulación por nuestros colaboradores de la Salud. Bastante ellos se esfuerzan, para esperar tanto.
Muy alarmada, escribe Marina Yeranay Fernández, desde Línea No. 39, altos, entre Pasaje J y Pasaje K, en el reparto Pedro Pompa, de la ciudad de Bayamo.
Y lo hace, porque frente a su casa existe un área denominada El Bosque, que en el verano se convierte en un infierno para los vecinos: se instalan múltiples equipos de audio «vomitando» música a altos decibeles. Difunden la música desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, incluso de madrugada.
Refiere Marina que ella y su esposo han hecho todas las gestiones posibles, desde llamadas a los Gobiernos municipal y provincial, y al Puesto de Mando provincial y municipal. Apelaron también al CITMA y a la delegada de la circunscripción.
En marzo pasado ella planteó el asunto en la asamblea de rendición de cuentas, y algunos tergiversan su intención: no es que quiten el área recreativa, sino que controlen el volumen de la música.
Marina alerta que ya se desata el verano, y como siempre, parece que nadie se responsabiliza con el exceso. Seguimos denunciando la impunidad del ruido, de la música sin controles, que nadie atenúa. ¿Hasta cuándo sufriremos los desmanes hiperdecibélicos? ¿Qué autoridades van a reivindicar la paz, el silencio y el respeto de los vecinos? ¿Cuándo los gobiernos municipales van a investirse de los derechos de sus electores, para hacer valer la concordia social?