Acuse de recibo
El ingeniero Roberto Figueroa Silva escribe desde el apartamento 7 del edificio H-21, en la Zona 13 del barrio capitalino de Alamar, para insistir en el manoseado tema de las bolsas de nailon, que nunca ha recibido en esta columna una respuesta del Ministerio de Comercio Interior.
«¿Por qué no hay bolsas de nailon en el mercado?», cuestiona Roberto, y alude tanto a la comercialización de productos en CUC como en CUP; al tiempo que remarca el hecho de que en el Polo Petroquímico de Cienfuegos se haya inaugurado una planta productora de esos envases, para cubrir las necesidades del país en tal sentido.
«En una etapa se comenzaron a vender las jabas a 50 centavos moneda nacional, y la población tenía la posibilidad de adquirirlas para resolver sus necesidades. Pero ya no se encuentran. Solamente la tienen los revendedores pero, por supuesto, a un peso».
Roberto ha escuchado muchos comentarios callejeros: «Que si las venden en las tiendas, que si alguien maneja este negocio y se está haciendo rico, que si hay un gran problema con la distribución, que si no hay petróleo para distribuirlas; que si esto y lo otro… Pero hay una sola verdad: no hay jabas».
El remitente considera que el problema más grave está en las tiendas recaudadoras de divisas: «En muy pocas de ellas, y muy pocas veces, usted recibe el producto en su jaba correspondiente. Los dependientes, con la más absoluta tranquilidad, ya tienen la palabra de orden a flor de labios: No hay jabas. Si quiere se lleva el producto; y si no, lo deja».
Pero Roberto, en un recorrido que hizo el pasado 18 de junio por el bulevar de San Rafael, en la capital, indagó con numerosos dependientes de tiendas, quienes son los que dan la cara a los clientes, y uno de ellos le dijo que era más rentable importarlas.
Roberto pregunta: «¿Será esto cierto? Se habla mucho de sustitución de importaciones; pero parece que hay mucha tela por donde cortar, y cada sastre tiene que apurarse para cortar la ropa a la medida que el pueblo necesita. Me gustaría que me aclararan estas dudas, para saber si la asignatura pendiente de la jaba podremos aprobarla».
Desde octubre de 2010, un humo negruzco, cual si fuera hollín, afectaba la salud y la higiene del vecindario alrededor del Hospital Comandante Manuel Fajardo, de la capital; según denunciara aquí el pasado 19 de mayo, Yameira Castañeda, quien reside en Calle C No. 379, entre 29 y Zapata, Vedado, La Habana.
Agregaba la remitente que dicho humo se dispersaba por todo aquello, acompañado de un considerable mal olor. La ropa se manchaba y había que lavarla una y otra vez. Varios vecinos asmáticos entraban en crisis. Y a pesar de las quejas vertidas al delegado de la circunscripción, nada se había resuelto.
Al respecto, responde la doctora Cristina Valdivia, vicedirectora provincial de Salud en La Habana, que se visitó el lugar. Según refieren los compañeros del hospital, la zona estuvo afectada por la salida de hollín de una caldera, que estuvo presentando problemas en su funcionamiento, por tupiciones, salideros y dificultades con el modulador.
Dichas incidencias fueron reportadas a la empresa Alastor, del Ministerio de la Industria Sideromecánica (SIME), la cual se encarga de la reparación de las calderas de las instituciones hospitalarias. Sin embargo, esta entidad no había podido asumir la reparación por no disponer de los recursos necesarios para ello, puntualiza la doctora Valdivia.
Aclara la Vicedirectora Provincial de Salud que ya se ejecutó la reparación por parte de Alastor y la caldera se encuentra funcionando óptimamente. Además, se le incrementó el combustible gas oil para la arrancada, teniendo en cuenta que su uso disminuye la emisión de hollín. Al respecto se visitó a los vecinos y se les ofrecieron disculpas.