Acuse de recibo
Muchas veces es muy rápido y expedito el mecanismo para aplicar una medida; pero si luego se demuestra que esta fue incorrecta, no hay la misma celeridad para rectificarla y desagraviar al afectado.
Alcides Moya (calle Capitán Capdevila No. 502-A, entre Céspedes y Maceo, Banes, Holguín) sigue aguardando porque cumplan con él desde que, el 9 de marzo de 2009, la Dirección Integral de Supervisión (DIS) en el municipio de Banes le impusiera una multa ascendente a 250 pesos y le decomisara un bicitaxi de su propiedad.
En año y medio, él ha hecho apelaciones y reclamaciones ante la Fiscalía, tanto municipal como provincial. Y la DIS a nivel provincial envió una comisión para investigar, hasta que dictaminó que a la violación cometida por Alcides le correspondía otro tratamiento, pues fue mal tipificada la contravención. Le confirió la razón.
El 1ro. de junio pasado, la DIS provincial se pronunció porque el Consejo de la Administración Municipal, el cual recibió el bicitaxi, lo entregara a su propietario, pues la acción de decomiso no procedía. Igualmente, que se realizaran las coordinaciones con la Oficina de Cobro de Multas para que le devolvieran a Alcides el importe de lo pagado.
«Lo cierto es que han transcurrido 120 días —sostiene el remitente— y no ha sido posible que el Poder Popular en Banes, al igual que la DIS, se pongan de acuerdo y realicen la entrega de dicho bicitaxi. Si para hacer reclamación solo tenía 72 horas, y el decomiso del bicitaxi fue de inmediato, ¿por qué tengo que esperar indefinidamente que se me devuelva lo que me pertenece?».
Cuenta Máximo Reyes (Figueroa 309, apto. 6, entre Santa Catalina y San Mariano, municipio capitalino de Diez de Octubre) que tanto él como otros pacientes de la tercera edad hicieron un hallazgo en la Sala de Servicios de Rehabilitación Integral que está enfrente del policlínico-hospital Luis de la Puente Uceda.
Ese hallazgo es un joven llamado Wilson que labora allí. «En mis 68 años no había visto cosa igual», enfatiza el lector, y relata que el muchacho debe entrar a su puesto a las ocho de la mañana, y dos horas antes «ya está lidiando con todos nosotros, sin que medie ningún interés personal».
Máximo considera que debe seguirse muy de cerca el ejemplo de un joven tan esmerado en sus servicios.
El doctor José C. Castro (Valle 116, apto. 3, entre Infanta y San Francisco, Centro Habana) es un gran médico que ha preservado mucha salud humana, y ahora está en el lecho sufriendo una patología, la cual requiere de una dieta médica con urgencia.
Los trámites para la dieta en el consultorio fueron ágiles. Pero el documento para la misma no le fue entregado hasta el pasado 3 de septiembre, por dificultades administrativas del policlínico Albarrán (Plaza de la Revolución). Sostiene el reclamante que «las dietas a veces tardan en llegar al consultorio, solamente porque en el policlínico se quedaron sin mensajero».
Al fin, con el papel de marras, un familiar del doctor Castro lo llevó a la unidad comercial piloto de Infanta y Valle, y allí le informaron que las dietas de septiembre no recibían los cárnicos hasta octubre.
El doctor llamó a la OFICODA del área y le dijeron lo mismo, pero con una ampliación preocupante: en octubre, si el producto era distribuido. De lo contrario, tenía que estar acudiendo periódicamente a la unidad piloto. Y en cuanto a la leche, le sugirieron que «ni se atormentara»: la entrega del vale podría tardar tres meses y hasta más.
«Verdaderamente, como profesional de la medicina con unos 40 años de trabajo—señala—, me he quedado perplejo, pues las dietas las estableció el MINSAP para aquellos casos cuya patología de base requiera un aporte nutricional. Para situar un ejemplo, los pacientes oncológicos no pueden esperar…».