Acuse de recibo
Miguel M. Álvarez (Calle Josefina Este 72, entre 1ra. y 2da., Víbora, Ciudad de La Habana) escribió el pasado 2 de diciembre para denunciar que el alumbrado público de Josefina Este y Oeste, Gertrudis, 2da, y hasta la propia Calzada de 10 de Octubre, en la capital, permanece encendido casi hasta las 8:00 a.m.
Parece, según él, que fallan las celdas fotoeléctricas que accionan automáticamente el apagado al amanecer. Pero algo hay que hacer cuando no funciona el mecanismo, piensa, para evitar ese bochornoso despilfarro, máxime si el país está abocado al ahorro y uso racional de la electricidad.
«La propia Empresa Eléctrica, que radica en 10 de Octubre y Josefina; sus inspectores, trabajadores y funcionarios, pueden verlo, y no se hace nada. Personalmente he llamado al 188888 y al Gobierno; he planteado esta inquietud y la vida sigue igual, comenta.
Recuerda que gracias a grandes esfuerzos, no se ha afectado el servicio eléctrico en el sector residencial, ni otros servicios vitales, con apagones. «No estamos en condiciones de seguir despilfarrando el combustible para producir electricidad», concluye.
Así como reseño críticas sobre choferes de ómnibus interprovinciales, hoy traigo un sentido reconocimiento a personas muy dignas y profesionales.
Ramiro V. Díaz (calle 68 número 2905, entre 29 y 35, San José de Las Lajas, provincia de La Habana), viaja a Cortés, en el municipio de Sandino, varias veces al año, utilizando los servicios de ASTRO. El pasado 29 de noviembre fue a Cortés en el ómnibus 1007. Y tanto en la ida como el retorno, tenía asiento muy cerca de la tripulación. Los podía observar, y constató que «esos compañeros brillan como astros en ASTRO. Sí, brillan en el buen trato a los pasajeros, por el cuidado que manifiestan en cuanto al ómnibus evitando que no caiga en baches ni salte, —algo muy difícil de lograr en el tramo de Las Catalinas a Cortés, en pésimo estado—, por su forma impecable de usar el uniforme».
Ya por los viajes, Raimundo los conoce por sus nombres: Silvio, Cándido e Isidro. Y también presenció que en la modesta oficinita de Cortés, su responsable, Tato, hacía gala de buen trato, limpieza y elegancia.
Él piensa que trabajadores tan virtuosos, que hacen brillar lo que otros empañan, merecen ser estimulados ante su colectivo. Para que no se cansen de ser dignos.
El pasado 7 de octubre reflejé aquí la queja del capitalino Alberto Ordaz, quien había adquirido un DVD Parker por valor de 80 CUC en la TRD de La Güinera. Y cuando llegó a su hogar el equipo no funcionaba.
Volvió a la tienda, situada prácticamente frente a su casa. Y le indicaron que, como parte de la garantía, debía pasar el DVD por el taller de Galiano, en Centro Habana. Él no comprendía por qué no se lo cambiaban de inmediato. «¿Dónde está la protección al cliente?», cuestionaba.
Al respecto, responde María Eloísa Cabrera, directora de Política Comercial de TRD Caribe, que el DVD no presentó problemas. «El vendedor en la tienda le demostró que el disco que estaba usando no era para ese tipo de DVD».
Precisa que lo establecido es que, cuando presenten algún fallo, deben ser revisados en el taller. En el caso de Alberto, no tuvo necesidad de acudir a él. «Muchos clientes, apunta, por mala manipulación del equipo, o por discos mal grabados, piensan que presenta problemas, y en el taller se evidencia que no es así. De no existir ese procedimiento, ¿cuánto dinero del que tiene que aportar nuestra Cadena, habría sido devuelto innecesariamente al cliente si no verificamos antes en el taller?».
Considera como no favorable que refleje el criterio del cliente, sin corroborar su veracidad. No sin antes agradecerle su aclaración, le respondo que tal como confiamos a priori en el lector, así ponderamos la importancia de la respuesta institucional, y le concedemos el espacio para el esclarecimiento.