Acuse de recibo
Un hogar de ancianos no puede funcionar sin agua, y debe priorizarse en tal sentido por encima de otros sitios; así como la tienen los hospitales. Esos veteranos sí no tienen condiciones ni fuerza para procurarse el líquido por su cuenta. Y cuando falta el servicio en una institución de ese tipo, son los trabajadores de allí quienes tienen que hacer grandes sacrificios para acarrear el agua —aun así insuficiente— desde dónde haya.
Esa es la historia del hogar de ancianos Bernarda del Toro, sito en el Barrio Obrero, del municipio capitalino de San Miguel del Padrón. Hacía seis años que no recibían agua por las conductoras, ni salía por sus grifos, cuando revelé aquí, el pasado 10 de septiembre, la denuncia de Isora Acosta, hija de un anciano internado allí.
Precisaba Isora que la frecuencia de la entrada de pipas era muy irregular y el suministro insuficiente. Y los trabajadores han tenido que, durante todos estos años, cargar el agua de un hidrante en la esquina.
Al respecto, responde la licenciada Yanet Noda Espina, vicedirectora de Salud en Ciudad de La Habana, quien señala que en visita al hogar corroboraron lo planteado por la demandante. Allí, supieron por parte de la directora del Bernarda del Toro que tal situación había sido tratada con el vicepresidente del Gobierno Municipal, el director de Acueducto y la vicepresidenta del Consejo Popular. Se planteó que se le daría solución al problema después de que se concluyera un trabajo que se estaba realizando.
Al publicarse la queja, se personó allí, por segunda vez, el director de Acueducto. Y comenzó a entrar agua por varios días porque revisaron las válvulas y abrieron otra entrada. Además, la pipa que no abastecía diariamente comenzó a traer el agua todos los días.
Pero la felicidad duró poco en la casa de los ancianos. El agua dejó de entrar y la pipa de Salud Pública ya no estaba brindando el servicio, pues está en labores de chapistería… Desde entonces están a expensas de lo que pueda enviar Acueducto con sus pipas. Todo empeoró de nuevo.
Salud Pública se comunicó con el director de Acueducto, y este manifestó que el 5 de octubre les prestarían un compresor para reparar la entrada de la red de agua del hogar, con lo cual se daría solución al problema.
Precisa Yanet que el 12 de octubre, de nuevo funcionarios de la Dirección Provincial de Salud visitaron el hogar y constataron que todo seguía igual: el trabajo sin hacer y la carencia de agua.
«Esperamos que en las próximas semanas Acueducto dé el resultado final del trabajo pendiente a realizar», manifiesta finalmente la vicedirectora.
Agradezco la respuesta de Salud y el seguimiento y énfasis que han dado al caso, hasta dónde puede. La pelota —más bien el agua— está del lado de Acueducto, que aún no ha respondido ni una letra a esta sección, aunque fuera para decir lo que están haciendo y por qué no han solucionado un asunto de tanta urgencia.
Ojalá cuando llegue la respuesta de Acueducto —y no tan morosa— sea para decirnos que ya se hizo el trabajo, el cual resolvió definitivamente asunto tan angustiante. Un problema tan serio, que es dominio de las instituciones y autoridades del territorio, está tan seco en soluciones como los grifos del Bernarda del Toro.
En momentos de tantos problemas epidemiológicos, hasta de pandemias, ante las cuales especialmente los ancianos requieren enfatizar mucho más las normas de higiene, ¿cómo es posible que un compresor tenga detenida la solución?
Son 120 ancianos que allí están esperando por los trabajos de Acueducto.
La carta de la licenciada Yanet se refiere a Acueducto así, a secas. Y en la capital hay varias entidades del agua. Si no me equivoco, es Acueducto y Alcantarillado del Este el responsable de los trabajos en ese municipio. ¿Qué dice al respecto?