Acuse de recibo
La historia que narra en su carta Pedro Reinoso Marrero parece imposible, pero él la sostiene con su rúbrica; y sigue esperando porque le desagravien en algo tan delicado como lo es su vivienda.
Reinoso residía en Sol No. 460, apartamento 15 (azotea), entre Egido y Villegas, La Habana Vieja, en la capital, y en mayo de 2001 la vecina de abajo sufrió un problema en su techo, que a su vez era el piso de la de la suya.
Como se decidió reforzar el techo de abajo con unas vigas, para evitar un posible derrumbe, Reinoso debió abandonar la suya. Y transcurridos unos días, cuando llegó a su casa, comprobó que la misma había sido violentada por la Dirección Municipal de Vivienda. A consecuencia de ello, tuvo que trasladar todos sus bienes. Pero la mayor sorpresa, la fatídica, fue cuando días después retorna a su casa y encuentra que la misma había sido demolida.
«Lo primero que hice —señala— fue ir a la Dirección de Vivienda de La Habana Vieja ... Cuál no sería mi otra sorpresa, cuando me plantearon que había sido un error la demolición, pues el dictamen de Arquitectura hablaba de reforzamiento con vigas en el techo de la vecina de los bajos».
Reinoso acudió en varias ocasiones a entrevistarse con diferentes funcionarios, quienes le hablaron de innumerables soluciones. Pero ninguna se materializó.
En estos siete años, Reinoso ha sido atendido en el Gobierno Municipal de La Habana Vieja, la Dirección Provincial de Vivienda de Ciudad de La Habana y en Atención a la Población de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
«Ya no se adónde dirigirme ni quién puede resolver esta situación, que no fue creada por mí. Tengo un hijo de 21 años de edad que vive conmigo en casa de mi hermana (Sol No. 15, entre Egido y Villegas, La Habana Vieja) desde esa fecha. No puedo creer que durante todos estos años no se haya podido dar solución a mi problema. ¿Qué puede hacer un ciudadano ante esta situación? ¿Hasta dónde llega la impunidad de funcionarios con decisiones erróneas como esa?».
Sin acometividad para la acometidaNorma Gutiérrez y su esposo son dos ingenieros agrónomos, ya jubilados, que un día de 1969 echaron pie en tierra en la Isla de la Juventud, ante la convocatoria hecha por el Gobierno Revolucionario a muchos jóvenes.
Desde el 2002, comenzaron a confrontar dificultades con el abasto de agua a su vivienda, sita en calle 41 No. 3602, entre 36 y 38, Reparto 26 de Julio, Nueva Gerona. La acometida que les abastecía dejó de funcionar y no reciben el líquido, a pesar de que la tubería maestra pasa frente a su casa.
La pareja ha agotado las gestiones con tres direcciones diferentes de Recursos Hidráulicos, y solo lograron alguna esperanza con la última. Pero había un handicap: podría hacerse el trabajo si el Poder Popular, daba la autorización para abrir la calle.
En el 2008, cuando se reparaba esa arteria, los vecinos insistieron para que antes de que asfaltaran les pusieran la acometida. Y por respuesta recibieron el imposible: «El tiempo no lo permitía ya que tenían una meta que cumplir. Venía visita y el trabajo tenía que estar terminado».
Persistirían, con una carta de Recursos Hidráulicos, para que el Gobierno firmara la autorización. Durante 15 días iban todos los días al Poder Popular. Y un buen día allí recibieron la negativa, a más del argumento de que la carta debió ser gestionada por Recursos Hidráulicos y no por ellos.
En un despacho entre Recursos Hidráulicos y Atención a la Población del Gobierno se acordó revisar el asunto después de los festejos pineros (13 al 15 de marzo). Esperaron y volvieron por el Gobierno. La funcionaria de Atención a la Población no tenía respuesta, y sí les recordó que la calle 41, por ser vía principal, era muy difícil abrirla. «¿Tendremos que esperar que la calle se deteriore con el paso de los años para que nos pongan la acometida?», pregunta Norma, y sigue conectando una manguera a las solidarias pilas de sus vecinos.