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Errores, subsanaciones, errores...

Hace más de un año que Marta González está haciendo un laberíntico trámite para oficializar la donación que su padre quiere hacerle de la vivienda donde ella también vive. Y todo se ha vuelto una verdadera calamidad.

Marta, quien reside en San Luis 389, apartamento 3, entre Luz y Altarriba, en el barrio capitalino de Lawton, se personó en agosto de 2007 en la Dirección Municipal de Vivienda de 10 de Octubre para iniciar las gestiones descritas. Y entonces, el abogado le informó que debía presentar los siguientes documentos: Escrito de solicitud confeccionado por el propietario con sus generales, el Título de Propiedad de la casa, un acta de subsanación de error, en cuanto a la sala-comedor, certificación de nacimiento de la donataria y un sello de diez pesos.

Nunca le dijo nada acerca del dictamen de Arquitectura. Y ella, por otras vías, supo que debía entrevistarse con la arquitecta de guardia. Lo hizo: esta revisó la documentación en su poder, y la citó a la sede de Arquitectura municipal para presentar la solicitud oficial, efectuar el pago y entregar sellos de cinco pesos.

Una vez solicitado el dictamen técnico, y realizada la visita a la vivienda, Marta fue a la Dirección de Arquitectura a recoger el documento. Ya con este, volvió a la Dirección Municipal de Vivienda. Pero todo no era tan fácil, así como así. No, tuvo que personarse dos veces más: primero se tuvo que repetir el dictamen por error en la descripción. Y posteriormente, porque aparecía omitida en el mismo la característica del entresuelo. Las deficiencias ajenas las paga el solicitante. Pobre solicitante.

En total, Marta tuvo que hacer cinco visitas a Arquitectura, en el horario de atención al público que, según ella, funciona solamente el jueves de ocho de la mañana a 12 del día. «Esto sin contar que la persona a quien debía ver nunca estaba a las ocho, llegaba después de las nueve, confiesa. Difícil para quien labora, faltar o llegar tarde al trabajo debido a la irresponsabilidad e indisciplina de alguien que no desempeña sus funciones como corresponde».

Al fin tuvo los documentos y fue a Vivienda. La especialista los revisó, y le orientó que debía ir a Notaría para la subsanación de error citada desde un inicio. Así lo hizo. Ya con los documentos firmados por su padre, volvió a Vivienda. Presentó la documentación para hacer efectiva la donación. Le indicaron recoger la Resolución a los 50 días laborables. Transcurrido el tiempo, ya con la Resolución, retorna a la Notaría, y allí le comunican que la citada Resolución no tiene en su descripción los límites y linderos.

Pero entonces, la funcionaria de Vivienda comunica que no reflejaba tal detalle en el documento porque en la nueva escritura de la casa (remodelación) no aparece, y al ser la misma realizada en fecha tan reciente, existía acuerdo de no volver a pedir al solicitante el dictamen de Arquitectura. Y la Notaría se mantenía en sus trece en cuanto a que la resolución de Vivienda aprobada debe llevar límites y lindero.

«El caso es que me veo afectada —señala— en esta controversia legal entre lo que está regulado y pactado. Además del tiempo invertido, y las molestias causadas, en lo que sí coinciden Notaría y Vivienda es en que tengo que volver a solicitar el dictamen, y correr el riesgo de que difiera del anterior, y aparezca otro problema; o de lo contrario, tendría que pedir de favor a Arquitectura, si quiere o puede, certificar la fotocopia del dictamen que yo por precaución saqué, abonando 30 pesos y un sello de 5 pesos».

Ahora, para colmo, otra espada burocrática pende sobre Marta: el dictamen de Arquitectura tiene solo un año de vigencia. Y su caso se ha empantanado por negligencias ajenas.

Marta está irritada con razón, por tantos mecanismos diabólicos que se interponen, y la inversión de tiempo en un proceso «maquiavélico» que obstaculiza el cumplimiento de la disciplina laboral si eres trabajador. «Debemos mantenernos alertas —sentencia—, exigiendo también cambios para perfeccionar los mecanismos y buscar celeridad en los trámites; y preparar mejor al personal que interviene en todo ese desgastante proceso. Ya se acaba el 2008 y estoy en el mismo lugar». Así, como Marta, está el burocratismo, a pesar de todas las palabras y las intenciones de simplificar lo que sigue siendo una madeja interminable.

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