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En nombre de las mermas

La merma siempre ha existido. Es el margen razonable de pérdidas o diferencias que asume el giro comercial minorista, en cualquier sitio de este planeta. Pero una cosa es el margen y otra que este se haya convertido en un recurrente y enigmático mecanismo, una especie de círculo vicioso que afecta siempre a los consumidores (Por cierto, dan qué pensar las salpicaduras gananciosas que trae a otros...).

El pasado 19 de octubre reflejé aquí la justa indignación de Nieves Abdala, vecina de Longino Benítez 128, entre Frank País y Silvestre Alonso, en la ciudad de Sancti Spíritus: un asunto de merma mermaba su autoestima de consumidora cubana, una vez más.

Nieves denunciaba el incumplimiento frecuente en la venta de pollo normado a consumidores en la casilla de Rafael Tío Entero y Céspedes, en esa ciudad. «Casi nunca traen el pollo completo, revelaba. Dicen que es merma, pero si llega por la mañana y por la tarde se acabó, es que no viene completo».

Lo peor es que no fue una sola vez. «En ocasiones, aunque vamos a tiempo, dicen que el pollo se acabó, manifestaba. El dependiente te anota en una lista y te dice que sí se pagará».

Nieves ha intentado descifrar el enigma de por qué, lo que el Estado subvenciona para todos, no alcanza en su casilla. «Pero nadie sabe, señalaba. El vendedor dice que no sabe. Fui a Comercio y me dijeron que Cárnicos les debía pollo, pero no sabían cuándo iban a pagar». A Nieves le debían dos, pero había quienes aguardaban hasta por ¡seis envíos!

Al respecto responde Calixto González García, director del Grupo Empresarial de Comercio en la provincia de Sancti Spíritus, quien reconoce que «es cierto todo lo planteado por la demandante, pues es real que han existido atrasos en el pago del faltante de pollo por merma».

El funcionario informa que durante 2008 se han producido, según lo planificado, 14 distribuciones de pollo normado para la población. Y «por diferentes causas, entre ellas la merma solicitada a partir de las justificaciones de dependientes, y la falta de organización y control de todas las estructuras de dirección, desde el Grupo Empresarial hasta las zonas comerciales, así como diferentes y prolongados estudios en busca de las posibles causas, trajeron consigo la injustificada demora en la solicitud de la supuesta merma por encima de los parámetros establecidos en el país».

También señala que «por la morosidad, la falta de combatividad y la indolencia de las direcciones administrativas, se aplicaron un grupo de medidas disciplinarias a los principales responsables, desde el Grupo Empresarial hasta el dependiente, con mayor incidencia en el municipio cabecera, donde fueron sancionados o trasladados de puesto de trabajo más de ocho compañeros».

Asegura González en su carta, con fecha 15 de noviembre de 2008, que se tomaron medidas para que hechos como estos no se repitan, que ya se habían entregado las deudas desde enero hasta mayo, y que en los próximos días se repondrían hasta octubre. Se disculpa con Nieves y todos los afectados, y asegura que no se repetirán negligencias de ese tipo.

Agradezco la respuesta y la solución del caso. Pero más allá de lo que se restañe allí, el asunto de las «mermas» que tanto afectan a los consumidores, trasciende el territorio espirituano y se ha convertido en un pretexto nacional. Hasta que no se descifre ese enigma de raíz, no podrá resolverse con votos de confianza y declaraciones de fe y de compromisos, lo que a todas luces es una incongruencia económica, que al parecer está alimentada por intereses. ¿Por qué siempre el faltante, si se subvenciona para todos ese pollo barato? ¿Dónde se produce el faltante? ¿Dónde está la sangría? ¿Quién o quienes declaran el faltante?

Primero hay que identificar el problema, en todas sus conexiones e interrelaciones, para poder enfrentarlo de raíz. Está en juego la alimentación de nuestra gente. Hay ya bastantes «mermas» y «faltantes» en la confianza de nuestros consumidores.

 

«Esta foto muestra un foco de alta contaminación frente a la escuela primaria Carlos Manuel de Céspedes, el cual existe desde el curso escolar anterior». Así comienza la misiva enviada por Maritza Hidalgo-Gato Lima (vecina de Concepción, No. 363-A, apto. 28, entre Recreo y Simpatía, en Regla, Ciudad de La Habana) y el colectivo de padres del referido plantel docente, enclavado en ese ultramarino municipio. Añaden los firmantes que los niños que asisten a esa primaria, y al círculo infantil, el consultorio médico y el Joven Club situados cerca de ella tienen que transitar frente al citado foco. La imagen fue tomada instantes después de que el camión colector de Servicios Comunales vaciara los depósitos; pero los compañeros encargados de esta tarea no pueden recoger la que está en el suelo, alegando que está contaminada con aguas negras. La directora de la escuela y la doctora del consultorio lo han notificado a Higiene y Epidemiología, Servicios Comunales y el Poder Popular, pero no se ha obtenido respuesta de esas instituciones. Aunque no se aclara si la basura va a parar fuera de los tanques por negligencia de vecinos o de entidades que botan allí sus desechos, los padres lamentan que esa situación impida a los niños realizar cualquier tipo de juegos en el área y temen porque otros, que juegan pelota en un solar yermo aledaño al foco, puedan contraer algún padecimiento.

 

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