Acuse de recibo
Ojalá las instituciones y entidades tuvieran la agilidad de los ciudadanos para interactuar con esta columna. Y lo prueban dos recientes casos.
Retiradas las pipas mal emplazadas: El pasado domingo 3 de agosto, reflejé la indignación del historiador Pedro Pablo Rodríguez, y de otros vecinos que residen muy cerca de la Fragua Martiana, en la capital, acerca del irrespeto que constituía haber instalado, como parte de los Carnavales de la capital, pipas de cerveza muy pegadas a ese sitio histórico memorable, donde nuestro Héroe Nacional, en plena adolescencia, realizó trabajos forzados y sufrió los horrores del presidio político. Inevitablemente, la desacertada ubicación de los expendios alcohólicos frente a aquel sitio sagrado, promovía todo lo que súbitamente puede generarse con los efluvios del alcohol. Lo que todos conocemos. Y ahora Pedro Pablo me escribe para contar que, felizmente, ese mismo domingo ya en la tarde, fueron retiradas las pipas del sitio. Se ganó una pequeña batalla por el respeto, que sienta un precedente para el futuro: el Carnaval es necesario en su expansión y alegría, pero hay que estudiar bien sus emplazamientos.
El sillón de la generosidad: El segundo caso es la historia del anciano Luis Acosta Reyes, de la localidad matancera de Unión de Reyes, reseñada aquí el pasado 29 de julio: el veterano, con sus piernas amputadas y su viejo sillón de ruedas dado de baja tras muchos «remiendos», se preguntaba cómo va a ser la distribución de los sillones de ruedas producidos por la nueva fábrica cubana destinada a esos importantes medios de locomoción. ¿Cuándo llegará a él? Porque ya su esposa, vieja y enferma, no puede sacarlo de la cama... Al siguiente día publicábamos el generoso ofrecimiento de Efraín Espinosa Lezcano, residente en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, quien estaba dispuesto a facilitarle al anciano el sillón de ruedas que fuera propiedad de su difunta madre. Así, porque así de espléndido y solidario es el cubano. No obstante la hermosa iniciativa, este redactor insistía en que, aun cuando la solidaridad de Efraín resolviera el problema de Luis, la inquietud del anciano debía ser atendida por las instituciones correspondientes, pues puede ser la de muchos otros inválidos. Pues ayer, Efraín me envió un mensaje con la noticia del feliz desenlace: A su casa llegó, enviado por el veterano de Unión de Reyes, un taxista de esa localidad, para recoger el sillón de ruedas, agradecérselo infinitamente, y llevárselo hasta su casa al necesitado. Somos Cuba, como reflejaría el brillante colega Julio Acanda. Pero sigue vigente la inquietud de Luis.
¿Cerrado para siempre?: José Luis Pérez Hurtado me escribe desde Bartolomé Masó 54, entre Coronel Rodríguez y Abella, en Zulueta, municipio villaclareño de Remedios. Y lo hace para denunciar que desde hace un tiempo fue cerrado el Círculo Juvenil de esa localidad, con el pretexto de que sería reparado, pues presenta serios problemas constructivos esa edificación de la segunda década del siglo pasado. Pero la ansiada reparación no se concretó, y ahora plantean que no hay recursos ni presupuesto para ella. «Nuevas versiones han aparecido justificando el cierre de la instalación, señala José Luis, pero ninguna puede ser creíble. ¿Cómo es posible entonces que se haya dado una parte del local para una vivienda particular?». Refiere el denunciante que las escasas opciones para jóvenes en Zulueta fueron trasladadas para otro local que no reúne las condiciones necesarias. «Mientras tanto, subraya, el antiguo edificio, patrimonio histórico y cultural de la localidad, sigue luchando contra el tiempo y los depredadores, mostrando una deprimente imagen de abandono y desinterés».
Abandonada Lutgardita: Desde esa comunidad del municipio capitalino de Boyeros, específicamente en 317 y Final número 39, escribe Héctor M. Ramírez, para revelar lo abandonada que está esa pequeña localidad, donde conviven alrededor de2 000 personas, «en un ambiente higiénico-sanitario deplorable, partiendo de que la inversión allí planificada, conversión de antiguas naves en viviendas y la construcción de nuevos cubículos, no terminó totalmente», precisa Héctor, y asegura: «Faltan por ejecutar las aceras, el alcantarillado estuvo y está colapsado, no se ejecutaron las nuevas calles, el alumbrado público funciona a veces. A menos de 50 metros tenemos un vertedero. Las soluciones a este rosario de problemas hasta la fecha no se vislumbran».