Acuse de recibo
Ya con la criatura 2008, voy a descorchar para mis lectores los mejores deseos, y mucha fuerza para andar por la vida sin perder la ternura, el deseo y la buenaventura. Por eso no aguaré este alto en el camino con historias ríspidas y cruentas.
Hoy comulgo con Jesús Pérez Pérez, quien por una avería en el auto se detuvo en Santa Isabel de las Lajas, la tierra del Benny allá en la provincia de Cienfuegos. Y aquella parada involuntaria lo marcó porque, paseando por sus calles, recaló en la farmacia que está frente a ese parque principal que tienen todos los pueblos.
Entró a ese dispensario, donde había bastantes clientes, y una sola mujer atendiéndolos. Una mujer como abeja, que no se detenía al servir y atender a las personas como Dios manda. Una mujer que respondía todo lo que le preguntaban con amabilidad y destreza. Una mujer de mucho carisma para sonreírles a todos: Carmen Sánchez.
Como los cubanos somos curiosos, y mucho más en pueblo chiquito, Jesús indagó sobre Carmen a la salida de la farmacia. Y le contaron que a la señora le han pedido que se jubile, pero ella persiste en su cordial y laborioso empeño. Desde entonces, para el forastero Jesús, Santa Isabel de las Lajas es «su rincón querido» también, gracias a Carmen.
Después de esta viñeta, siento deseos de abrazar a Carmen y a todos los cubanos que, como ella, y con mil problemas encima, no han extraviado la brújula del corazón. Ojalá y para este 2008 crezca el grupo de los que sirven al prójimo con respeto y cariño, y se produzcan deserciones y conversiones hacia esa legión, desde la rumbantela de los egoístas y desentendidos.
Por gente como Carmen, Nelson Domínguez Morera debe haber brindado este 31 de diciembre, aunque sea con agua. Sí, habrá hecho votos por la salud de los que salvan vidas en la Sala de Cuidados Especiales del Hospital Calixto García, en la capital, «con gran esmero, profesionalidad y amor».
Nelson, vecino de calle 13 número 1001, en ese corazón de La Habana que es el Vedado, ingresó el pasado 18 de diciembre, con una oclusión intestinal y sangramiento digestivo. Y quiere reconocer todo lo que hicieron por su salvación los doctores Juan Alberto, Carriles, Wilfredo, Amarilys, Susana, José Alberto y Asnal; y los enfermeros Emilia, Moisés, Rodney, Mayelín y El Chino; así como los cursantes latinoamericanos y la empleomanía de higiene y limpieza.
Mi amigo, el periodista Boris Leonardo Caro, me envió una sugerente lista de deseos para el 2008, todo lo que él otorgaría a la gente si le dieran la famosa lámpara de Aladino:
Palabras a los escritores, amor a los solitarios, pasión a los amantes, libertad a los artistas, ángel para los músicos, claridad a los pensadores, inspiración a los periodistas, esperanza a los revolucionarios, comida a los glotones y sol a los fríos.
Boris también añora camino a los andariegos, vida a los enfermos, luz a los frustrados, confianza a los desesperados, siestas a los dormilones, vocación a los estudiantes, milagros a los religiosos, tranquilidad a madres y padres y verdades a todos.
Desde la ciudad de Matanzas, Frank Chirino y su familia desean a los cubanos que en este 2008 se les realicen los proyectos personales y laborales, y sigan adelante «con esta hermosa obra y contribuyan a que cada día sea mejor».
Y desde la ciudad de Santiago de Cuba, el colega Osmar Álvarez nos desea un feliz y exitoso 2008. Comprendo qué connotación él le da al éxito, cuando insiste en que, aquí en esta columna, sigamos «en el camino que nos hace mejores personas porque sabemos que somos útiles».
A ellos y a otros muchos cubanos que me han felicitado, quiero dedicarles lo mejor en este año recién estrenado, con un pensamiento anónimo, que me regalara por estos días mi amigo y vecino Sergio Rojas:
«Dale de comer a la fe, para que la duda se muera de hambre».