Acuse de recibo
Los laberintos burocráticos continúan enmarañándole la vida a muchos ciudadanos. Son como una gigantesca y gruesa tela de araña que tejen algunos funcionarios, a quienes sería factible recordarles que su capacidad como buenos directivos se mide por la prontitud y calidad con que solucionen los problemas de sus clientes.
Digo lo anterior luego de leer la carta que nos envía Cándida Nancy Cuevas, vecina de calle San Fermín, número 370–A entre Trinidad y San Germán, en el centro de la ciudad de Santiago de Cuba.
Según relata Nancy, el techo de su casa es de tejas españolas y fue severamente dañado por las intensas lluvias que recientemente azotaron durante casi dos semanas esa región oriental del país.
La remitente alega que al enterarse de que en la oficina de la Vivienda estaban entregando materiales para reparar el deterioro de las casas perjudicadas por los aguaceros, fue de inmediato para tratar de remendar su averiada cubierta.
Ahí empezaron los dolores de cabeza para Cándida. Al dirigirse a dicho departamento le dijeron que no era allí donde se atendían esos casos. La enviaron a otra oficina a adonde llegó a las tres de la tarde y estaba cerrada.
Cándida no escatimó esfuerzos y se dirigió a la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda, donde según dice la mal atendieron y no quisieron ponerla en una larga lista alegando que su casa aún no se había derrumbado, y que por lo tanto, no podían anotarla entre las necesitadas de materiales.
Ahora Cándida Nancy se pregunta desconsolada por qué no se buscan otras vías para que los materiales, que el país dispone para la población cuando ocurre alguna situación de desastre, lleguen de manera más rápida a manos de los necesitados.
La segunda carta de hoy la envían los directivos de la Oficina de Conservación de Edificaciones y Servicios Menores de la capital, y responde a la queja de Oscar Herrera, residente en el reparto Los Pinos, municipio de Arroyo Naranjo, Ciudad de La Habana.
El 19 de julio de este año Acuse de Recibo reflejó la inquietud de Oscar Herrera, quien sufría una «invasión» de aguas negras y putrefactas en el patio de su casa, las cuales amenazaban con cubrir completamente la vivienda.
Aquellas aguas procedían de un edificio de bajo costo colindante con la morada de Oscar, como lo comprobó la técnica de la Micro Social del municipio Arroyo Naranjo. Por indicaciones de la especialista, el afectado se dirigió a la Unidad Municipal de Inversiones de la Vivienda, donde le dijeron que inspeccionarían su domicilio y que de inmediato se lo comunicarían a los directivos de la Micro Social.
Oscar se armó de paciencia y esperó cuatro meses. Sin embargo, al ver que nadie se ocupaba de su problema y de que las pestilentes aguas seguían robándole terreno, decidió contarnos su agonía.
Ahora nos escribe Manuel Burón Seña, director provincial de la Oficina de Conservación de Edificaciones y Servicios Menores de la capital, quien asegura que ya su entidad resolvió el problema de Oscar.
«En dicha vivienda y en la de otro vecino, la Micro Social del municipio de Arroyo Naranjo desobstruyó la línea central, sustituyó y reparó los ramales afectados, cambió la red hidráulica y colocó dos juegos de baño nuevos», dice en su misiva Manuel Burón.
El funcionario añade en su carta que tanto Oscar Herrera como su vecino quedaron satisfechos con las reparaciones realizadas.