Acuse de recibo
Hoy escribe José Hugo González, vicepresidente Comercial de CUBALSE, para responder a inquietudes de varios consumidores, acerca de la garantía comercial y los servicios de posventa de motocompresores de refrigeración que se venden en la red de tiendas de esa corporación.
Señala el funcionario que esa entidad importa motocompresores a partir de la demanda que tienen esos equipos, y negocia con los proveedores un plazo de garantía que sea, como mínimo, igual o superior al que establece el Ministerio de Comercio Interior como organismo rector de esa actividad.
Precisa González que «cuando alguno de estos equipos sufre averías en el plazo de garantía, se le cambia por otro al consumidor; o se le devuelve el efectivo, si no hay en existencia. Si la avería ocurre fuera del plazo de garantía, no tenemos alternativas, ya que no ofrecemos el servicio de reparación».
Y explica las razones que gravitan en ello: «Los países que suministran esos y otros bienes imprescindibles para el hogar, lo hacen con el propósito de obtener ganancia. Por tanto, el interés está dirigido al cambio del equipo. Es por ello que las piezas y los insumos resultan sumamente caros, de manera que al fijar el precio, una reparación en nuestro país no resulta conveniente para el consumidor».
Y también lo fundamenta, agrega, porque «el cambio constante de tecnología de los productores hace más complejo el problema, ya que a mediano plazo no se consiguen en muchos casos las piezas de repuesto para los equipos vendidos a los consumidores, unido a las dificultades para encontrar proveedores, por el efecto del bloqueo, que hace más difícil la solución».
En conclusión, asegura el Vicepresidente que «la reparación de los motocompresores, por diversas causas no es segura; por tanto, puede contribuir a una mayor afectación de los consumidores».
Puntualiza finalmente que CUBALSE trabaja por desarrollar la calidad del servicio de garantía y posventa, aun con todas esas dificultades, profundizando y resolviendo todo lo que esté a su alcance, para atenuar los efectos negativos anteriormente citados.
Agradezco la respuesta de González, quien nos reafirma lo que ya otras entidades comercializadoras nos han manifestado: en este mundo moderno, el vertiginoso avance científico técnico obliga a los productores a cambiar constantemente sus tecnologías. Los productos electrodomésticos se hacen obsoletos rápidamente, y el incentivo es que el consumidor vuelva a adquirir uno nuevo. Ya es solo un recuerdo aquella era de los refrigeradores Westinghouse que todavía andan congelando por ahí.
A ese imperativo de los proveedores no escapa el comercio cubano, y por ende, los consumidores. Pero, más allá de esas condicionantes en que trabajan CUBALSE, CIMEX y otras entidades, lo cierto es que el cliente de aquí, en buena medida, no es el típico de una sociedad de consumo; y sí requiere ingentes esfuerzos para adquirir en moneda convertible equipos y bienes de suma necesidad.
La historia de la Revolución demuestra que el ingenio y la inventiva del cubano han vencido limitaciones tecnológicas, del bloqueo y múltiples carencias. Los innovadores de este país han transgredido muchas barreras que parecían insalvables.
Por eso, sin dejar de entender los argumentos de CUBALSE, sí creo que ya como política del Estado cubano, no sería desacertado pensar en la posibilidad de crear talleres de reparación con soluciones nacionales para lo que fuera posible; o de lo contrario potenciar otros mecanismos crediticios y bancarios para que el ciudadano común y sin solvencia, pueda reponer algo tan imprescindible como un motocompresor de refrigerador. Lo otro sería aceptar ser pasivos rehenes de una concepción económica y comercial derrochadora y consumista, que supera las posibilidades de la economía nacional, y los propios bolsillos tensos de nuestros ciudadanos.