Acuse de recibo
Beatriz Franco Figueroa está a la buena de Dios, o más bien a la mala del diablillo del olvido y la desatención. Lleva 15 meses lidiando con la posibilidad de su propia tragedia, y hasta ahora nadie ha hecho caso a los alertas que ha lanzado.
Ella reside en Amargura 316, segundo piso, entre Aguacate y Compostela, en La Habana Vieja. Me escribe porque el edificio colindante con el suyo presenta desde hace años una grave situación constructiva y estructural, que hace peligrar su casa, los bienes que tanto le han costado, y lo más importante: su propia vida y las de sus familiares.
Tal es el drama, que en mayo de 2005 se agravó aquel deterioro, y tuvieron que albergar a los núcleos que residían en la azotea y en el tercer piso. Por gestiones del resto de los vecinos que viven más abajo, y de la propia Beatriz, en marzo de 2006 al fin se inició la demolición de la azotea del maltrecho edificio. Pero nunca se concluyó el trabajo; ni siquiera se llegó a la mitad del objetivo. Lo más preocupante es que buena parte de esos pesados desechos quedaron abandonados sobre la cubierta del inmueble, y no hay indicios de que se recojan.
En consecuencia, aumentaron las rajaduras y grietas de aquella milagrosa estática, sobre todo en la pared que da para la vivienda de Beatriz. Por ello, en más de una ocasión han caído escombros de hasta 30 libras sobre el techo de la remitente. Se han hecho dictámenes, se ha acudido a la delegada, a la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda, a los gobiernos municipal y provincial, a la Unidad Provincial de Inversiones de la Vivienda y a SECONS, entre otras instancias.
Han retornado respuestas en papeles, inspecciones, visitas, y hasta un dictamen de arquitectos de la Unidad Provincial de Inversiones de la Vivienda (UPIV), reconociendo la alta peligrosidad de la situación y dictando lo que debe hacerse. Pero de ahí no pasa. Todos señalan hacia la Unidad Municipal de Inversiones de la Vivienda de La Habana Vieja, la cual debe emitir las órdenes para que SECONS ejecute.
Y SECONS solo tiene orden de recoger los escombros que la demolición dejó hace tres meses.
«La propia UMIV —asegura Beatriz— ha emitido varios dictámenes sobre el edificio y su estado, estableciendo lo que hay que hacer al respecto. Pero hasta ahí. Ella misma no los cumple».
Refiere la denunciante que han solicitado materiales para hacer la reparación... y cero respuesta. Sigue aduciéndose que hay que emitir las órdenes de trabajo.
No es efectismo ni altisonancia catastrófica lo que mueve a este redactor. Con profunda responsabilidad social, la columna alerta.