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Ocho motivos por los que algunas féminas no alcanzan el orgasmo

Los expertos recomiendan que las mujeres les expresen a sus parejas qué tipo de estimulación les gusta y qué se puede mejorar de sus encuentros sexuales

Autor:

Juventud Rebelde

El tema de la sexualidad femenina, pese a tantos avances tecnológicos y científicos, sigue siendo para innumerables especialistas un misterio.

Existe mucha literatura sobre cómo las mujeres experimentan el placer sexual, sin embargo, no todas consiguen experimentarlo. Algunas incluso confiesan nunca haberlo sentido.

Múltiples factores psicológicos, emocionales, físicos y hormonales, intervienen en el éxtasis femenino durante la relación sexual.

La BBC Mundo aborda ocho de ellos, que pueden determinar el por qué la mujer no llega al clímax.

Experiencias negativas del pasado

Si la mujer ha experimentado una situación traumática en el pasado que la bloquea en sus relaciones sexuales, lo recomendable es que pueda compartir con su pareja o amante lo que siente para que pueda ser comprendida y apoyada.

Pero si eso es algo que no quiere o puede hacer, es importante que busque ayuda especializada para poder enfrentar el trauma y buscar su bienestar.

«En este tipo de situaciones hay que hacer bastante trabajo individual. Es muy delicado porque la situación que vivió puede provocarle mucha vergüenza o miedo y, en algunos círculos, puede causar que sea rechazada», explica en declaraciones a BBC Mundo Héctor Galván, director clínico del Instituto Madrid de Psicología y Sexología.

«Hay mujeres que (debido a un trauma) evitan masturbarse y, de hecho, inhiben el deseo sexual por completo».

«Hay que conseguir que vuelva a reconciliarse con la sexualidad de una forma muy progresiva, dejando un poquito de lado lo sexual para que se habitúe al contacto físico con su propio cuerpo y, poco a poco, que se pueda ir acercando al placer sexual de forma individual y cuando eso ya esté muy consolidado, ir acercando a la pareja», indicó el psicólogo clínico.

Mientras la mujer se encuentra en ese punto de bloqueo y siente vergüenza expresar lo ocurrido, es pertinente que le plantee a la pareja su pesar para desinhibirse y que le gustaría tratar el tema sexual sin tantos detalles. Luego, con el terapeuta se aborda el problema de manera confidencial, según expresó el especialista.

«Lo ideal sería poder conversarlo abiertamente con la pareja, pero es mejor que una persona prefiera reservar una pequeña parte de su mundo íntimo, pero conseguir mejorar su vida sexual con la pareja, a que nunca lo haga», explicó el sexólogo.

Apurada y estresada (el estrés con que se llega al encuentro sexual)

Aunque Galván ha tenido en su consulta a mujeres a las que les cuesta llegar al orgasmo por pudor o sentimientos de culpabilidad enraizados en una educación muy conservadora, señala que ellas conforman el número menor de los casos.

«Para que el organismo llegue fácilmente al orgasmo necesita que haya un grado de relajación bastante alto», señaló el doctor.

«El organismo puede llegar a sentir deseo y excitación (que son las dos fases previas del orgasmo) con cierto nivel de estrés y de cansancio, pero la fase final del orgasmo sí necesita que estemos relajados».

En parte, ese estrés viene dado por el ritmo de vida de muchas personas, con trabajos exigentes, horarios que cumplir, jornadas laborales lejos de casa, en algunos casos con hijos que atender.

Aunque en dichas situaciones algunas mujeres pueden estar tentadas a fingir el orgasmo no solo para que el encuentro sexual no se extienda mucho tiempo, sino para no herir el ego de su pareja sexual, para lo que el psicólogo clínico recomienda no hacerlo.

Es aconsejable hablar y plantear la situación como algo para mejorar.

Quedarte callada

Hay que partir de la consigna de que en una relación sexual nadie puede adivinar exactamente qué está sintiendo la otra persona.

Evidentemente se pueden leer los gestos y los sonidos, pero lo ideal es que se vaya dando feed-back. «A muchas personas les cuesta durante las relaciones ir dirigiendo a la pareja, ir pidiendo ciertos cambios, ciertos ajustes, en la práctica sexual», explicó.

El especialista señaló que un foco importante del tratamiento es normalizar la comunicación no solo antes y después del encuentro sexual, sino durante. «Tienen que ser conscientes de que la pareja no puede adivinar las sensaciones físicas que están teniendo y lo que necesitan para llegar al orgasmo».

Otro factor con el que Galván y su equipo de expertos se han encontrado cuando han atendido a algunas pacientes heterosexuales es: la eyaculación precoz.

«A veces viene la mujer sola porque le da miedo herir el orgullo de su pareja y nos dice, en privado, que la pareja suele durar muy poquito y a ella no le da tiempo de alcanzar el orgasmo. Esa es una buena noticia porque trabajar la eyaculación precoz es bastante sencillo técnicamente. La solución es más simple que si hay otros problemas».

Estimulación escasa e inefectiva

Según Galván, en los últimos años ha visto una mejora en las parejas heterosexuales a la hora de dedicarle tiempo a la estimulación previa a la penetración.

El problema no es que se dedique más o menos tiempo a esa fase preparatoria, sino de comunicación.

Entre las parejas lesbianas suele haber más diálogo sexual, pero la situación es diferente en algunas relaciones heterosexuales, comentan los expertos.

«En consulta aparece muchas veces la realidad de que ni hombres ni mujeres suelen masturbar bien a sus parejas porque lógicamente cada uno no acaba de entender las sensaciones internas que está teniendo la otra persona».

La clave es que la mujer le explique a la pareja (hombre o mujer) qué hacer, cómo, con qué ritmo y en qué parte de su cuerpo.

«A veces las mujeres nos plantean que el hombre no sabe estimular el clítoris o que a veces les producen algo de daño y cuando les preguntas si lo han hablado con la pareja, dicen que no por temor a herir sus sentimientos o porque les da vergüenza».

En ese proceso de estimulación la masturbación propia también puede ser importante para muchas mujeres, no solo antes del coito como una manera de entrar en la fase de excitación y de humedecimiento de la vagina (un aspecto importante para evitar incomodidad en la penetración), en tal aspecto, sin agredir el cuerpo, cualquier fórmula es válida.

No sentir deseo sexual

El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) explica que la falta de deseo sexual puede afectar a las mujeres en diferentes etapas de sus vidas, por ejemplo, durante el embarazo, después de dar a luz, en situaciones de estrés y en la menopausia.

La depresión, los traumas psicológicos, el uso de ciertos medicamentos y los desórdenes hormonales pueden tener un impacto a la hora de tener una relación sexual y, por ende, de experimentar un orgasmo, en este orden, el deseo sexual puede disminuir si los niveles naturales de testosterona de la mujer caen.

La testosterona es producida en los ovarios y en las glándulas suprarrenales y si esos órganos no están funcionando bien, la mujer experimentará algunas consecuencias, entre ellas, en su sexualidad, por lo que resulta someterse a revisiones médicas regulares si existen problemas endocrinológicos.

Si el problema está relacionado con insuficiencia de hormonas como la testosterona o el estrógeno, el médico podría recomendar una terapia de reemplazo hormonal.

Autoexigencia

El sexólogo consultado por BBC Mundo comenta que, cuando en su centro de atención analizan el perfil de algunas de las pacientes, se encuentran con rasgos de personalidad que tienden a ser un poco controladores, obsesivos y perfeccionistas.

«Cuando en una determinada ocasión, una persona que habitualmente llegaba al orgasmo no lo consigue -y presenta un perfil autoexigente- a partir de ahí, de cara a las siguientes relaciones, empieza a observarse, a comprobar si puede alcanzar el orgasmo y esa actitud hace imposible conseguirlo porque ha creado una tensión enfocada en su propio rendimiento».

Ante ello, la relajación y el disfrute vuelven a ser la clave.

Tener dolor en la relación sexual

En el ámbito ginecológico hay factores que también afectan la capacidad de una mujer de llegar al orgasmo.

Uno de ellos es el vaginismo, que es la contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina, «haciendo el coito doloroso o imposible», explica el NHS.

«Puede ocurrir si la mujer asocia las relaciones sexuales con el dolor o con algo “malo” o si ha sufrido un trauma vaginal durante el parto o una episiotomía», señala esa institución.

Otra dolencia, indicó Galván, es la dispareunia, que hace que las mujeres sientan un profundo dolor, ardor e incomodidad durante el coito, incluso antes y después de la relación sexual, trastorno que en su opinión es incluso más común que el vaginismo.

La dispareunia puede ser originada por un problema fisiológico o por una infección y es imprescindible tratarlo porque «cuando el cerebro hace el vínculo entre la sexualidad y el dolor luego va a repercutir en el deseo sexual y, por ende, se van a evitar las relaciones sexuales».

Es importante que ante la presencia de una infección vaginal y de resequedad en esa zona, se acuda al médico para recibir el tratamiento adecuado pues las consecuencias pueden ir más allá del ámbito sexual.

«El dolor durante las relaciones sexuales es común después de la menopausia, ya que los niveles de estrógeno disminuyen y la vagina se siente seca», indica el NHS.

«Eso puede afectar el deseo sexual de la mujer, pero hay cremas lubricantes que pueden ayudar», añade.

Problemas de pareja ocultos

Uno de los últimos problemas que comenta el especialista, guarda relación con la misma base de la relación.

«A veces nos viene una pareja con un problema sexual como sería el de la anorgasmia (ausencia del orgasmo) en la mujer y en la evaluación que hacemos aparecen problemas que hay en esa relación», señaló el doctor.

Si tal es el caso, la recomendación es centrarse en solucionar esos problemas que no solo están afectando la vida sexual, sino otros ámbitos de la vida en pareja.

 

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