Una de las bombas cardiacas implantadas a Halik se encargaría de realizar el bombeo de la sangre por la arteria aorta, y la otra hacia los pulmones, con menor presión. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:27 pm
Parece una típica historia de ciencia ficción, de esas recreadas por el escritor Isaac Asimov en El hombre bicentenario, o por Steven Spielberg en la película Inteligencia artificial. Pero, aunque resulte poco probable o difícil de creer, el bombero checo Jakub Halik sobrevivió 194 días sin corazón.
Todo comenzó el 3 de abril, en una intervención quirúrgica que duró más de siete horas. A Halik, de 37 años de edad, le extirparon el órgano principal del aparato circulatorio, debido a un tumor cancerígeno.
En la compleja operación —a cargo del jefe del Departamento Cardiaco del Instituto de Medicina Experimental de Praga, Jan Pirk— se le implantaron dos bombas cardiacas artificiales conocidas como Heartmate II, que no generan pulsaciones sensibles al tacto. Una se encargaría de realizar el bombeo de la sangre por la arteria aorta, y la otra hacia los pulmones, con menor presión, para no irritarlos.
«No me doy cuenta de no tener corazón, porque funciono normalmente, aunque no siento el pulso», dijo Halik en su primera conferencia de prensa, a los cinco meses de operado.
«Se creía que sin pulso no se podía vivir, y se ha demostrado que sí se puede», afirmó entonces el cardiólogo Jan Pirk.
El único inconveniente —explicó el doctor— es cargar con las pilas bajo los brazos. Los acumuladores (baterías) no se ven, no pesan mucho y duran entre ocho y 12 horas, mientras que el equipo regulador se lleva como una riñonera.
Las revoluciones del artefacto, en el caso de Halik, estaban programadas para una actividad normal, no para correr, hacer deporte o subir siquiera una escalera. «No es capaz de reaccionar al esfuerzo», puntualizó el cirujano.
A finales de agosto, luego de un largo proceso de recuperación, Halik pasó oficialmente a lista de espera para un trasplante. Antes, los médicos se debieron cerciorar de que no quedaba rastro alguno del sarcoma espinocelular que le destrozó el corazón.
«Está contraindicado hacer un trasplante cuando hay en el corazón un tumor maligno, porque los medicamentos para evitar el rechazo de un órgano extraño apoyan el proceso tumoral de las células», señaló Jan Pirk.
Tras la compleja operación, Halik no ocultó su deseo de volver a ser bombero, aunque dudó que pudiera salir en misiones de socorro. En tal sentido su cardiólogo afirmó que hay pacientes con trasplante que hasta corren el maratón y el triatlón. «En su caso, sin embargo, será necesario encontrar un corazón fuerte, fuerte como él», añadió el cirujano.
No obstante, el tiempo se agotó para el bombero checo. Este 17 de octubre, Jakub Halik falleció, aunque no por causa de alguna avería en los revolucionarios implantes. En los últimos días su estado de salud había empeorado bastante, y unas fallas en el hígado y los riñones provocaron que su cuerpo no soportara más.
Los seis meses que resistió, lo convirtieron en el primer hombre del mundo en sobrevivir a este tipo de intervención, que ya se había intentado sin éxito con un paciente en Estados Unidos.
El Instituto de Medicina Experimental de Praga inició en abril de 2003 el programa de bombas de apoyo para el ventrículo izquierdo, como una operación puente, previa a la operación de trasplante.
Desde entonces la institución ha tratado a 146 pacientes que requerían estos mecanismos de apoyo de la circulación y ha hecho trasplantes a 94 personas. Actualmente 24 enfermos aguardan en lista de espera del hospital para recibir un apoyo mecánico a la circulación sanguínea.
Con 10 000 voltios
Un grupo de científicos de la Fundación Británica del Corazón creó un spray bioeléctrico con una potencia de 10 000 voltios, que podría ser una herramienta valiosa para reparar corazones infartados.
El dispositivo emite una corriente de células cardiacas, o sea, puede crear delgadísimas placas de células latentes, capaces de «remendar» porciones de tejido cardiaco dañado.
Cuando tiene lugar un infarto, una parte del músculo cardiaco queda sin oxígeno y muere. El tejido cicatrizado no late y, como consecuencia, se puede dificultar el bombeo de sangre y oxígeno. Eso explica por qué algunas veces para los pacientes la tarea más simple parezca tan extenuante como correr un maratón.
Lo que intentan hacer los investigadores de la fundación británica es desarrollar parches para reparar el tejido cardiaco con delgadas placas de células, que serían colocadas mediante un spray bioeléctrico.
Según BBC Mundo, el dispositivo consta de una jeringa que se llena con células cardiacas. La solución pasa por una aguja para formar las placas. Pero, a diferencia de los spray convencionales, este incluye una corriente eléctrica para poder «disparar» la delgada capa celular y formar el tejido cardiaco.
Es decir, a través de la aguja pasa una corriente de 10 000 voltios para crear un campo eléctrico con el cual se controlan las células. Bajo el microscopio después es posible ver las células que laten en el parche.
«Lo que obtenemos es un chorro fino que se descompone en una multitud de partículas y estas partículas forman la placa», apuntó uno de los creadores del artefacto el ingeniero mecánico de la Universidad de Londres, el doctor Suwan Jayasinghe.
La siguiente prueba será ver si los parches pueden en realidad ayudar al corazón dañado a latir, lo cual se probará con animales, anunció.
«Lo más bello es que podemos añadir otros tipos de células a esta suspensión para crear tejidos cardiacos tridimensionales que son totalmente funcionales», destacó el experto.
«Un corazón está formado con cuatro tipos de células diferentes, así que queremos diseñar la tecnología con la cual podamos colocar el número correcto de tipos celulares para desarrollar el tejido cardiaco real» agregó.
El profesor Peter Weissberg, director médico de la Fundación Británica, apuntó que crear músculo cardiaco es un desafío enorme, el cual involucra una combinación de diferentes células y vasos sanguíneos que necesitan estar alineados perfectamente uno después de otro.
«Esta investigación pionera está tratando de encontrar una forma de construir piezas de un corazón fuera del cuerpo. Esperamos que algún día estas piezas puedan ser injertadas en los corazones dañados para ayudarlos a bombear correctamente otra vez», dijo.
Tratamientos de este tipo son cada vez más urgentes. Gracias a los avances médicos, los infartos ya no son siempre una sentencia de muerte. No obstante, a medida que más personas resisten estos eventos, crece el número de pacientes que viven con un corazón lesionado.